D. M.

Madrid – El destino ha querido que los dos desaparecidos fueran a recoger a
sendas personas que venían en el mismo vuelo procedente de Ecuador, y ha
querido que ahora sus familias compartan la angustia de no saber qué ha
pasado exactamente con sus allegados. Aunque albergan muy pocas
esperanzas, ambas reclaman alguna certeza sobre lo ocurrido y así lo
expresan a toda autoridad que se les acerca.
En esa desesperanza, el
futuro se plantea aún más oscuro para los familiares de Carlos A. Palate.
Él era el que mantenía a todos sus allegados. Su padre había muerto este
año, su madre es ciega y uno de sus dos hermanos epiléptico. Su trabajo en
una fábrica de plásticos en Valencia proporcionaba el dinero para todos
ellos.
El temor a que se confirme oficialmente su muerte llevó a la
familia a reclamar a la consejera de Inmigración, Lucía Figar, que
regularicen tan pronto como sea posible al hermano que se trasladó ayer a
Madrid para poder mantener a la familia.
Ambos desaparecidos tenían
todos sus papeles en regla. Diego Armando Estacio, de diecinueve años,
trabaja en el sector de la construcción.
Las únicas
reclamaciones de los allegados de los desaparecidos a la consejera fueron
el que pudieran permanecer todos juntos mientras esperaban noticias, por
lo que se les trasladó al mismo hotel, en las cercanías del aeropuerto.
Figar consiguió igualmente cargadores para los móviles de los que venían
de Valencia, que mostraron cierta angustia por carecer de batería y
cargadores del teléfono, por lo que el resto de familiares no podían
ponerse en contacto con ellos.