José Chamizo de la Rubia, defensor del Pueblo Andaluz: «El mayor problema es la salud mental, no la inmigración»

La Razón, 26-12-2006

Miguel González Quiles
SEVILLA – José Chamizo hace balance de 2006, sabiendo que, paradójicamente,
una de sus principales cometidos sigue siendo defender a los ciudadanos de
la propia «Administración y de los procedimientos terroríficos que
encierra la burocracia. Y cuando digo terroríficos no es que sean sólo
papeles, sino olvidos, abandono de obligaciones, citas que no se
cumplen… Cosas muy reales», asegura.
A pesar de la sonoridad
de su cargo sabe de las limitaciones de la institución que dirige, «hay
personas que vienen y nos dicen que somos muy amables pero que no
resolvemos el problema. De alguna manera, somos parte de las
contradicciones del sistema», asume.
– Según los resultados que
ha logrado la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz, ¿cómo evalúa el año
que está a punto de concluir? – Los temas de fondo se repiten, son siempre
los mismos. Todavía no tenemos estadísticas porque para la Oficina del
Defensor el año no termina hasta mediados de enero, por cuestiones de la
aplicación informática. Salud, Educación, Vivienda siguen siendo los
asuntos más demandados. Pero, en medio de estos, aparecen con mucha fuerza
los temas relacionados con Medio Ambiente.
– ¿Qué área recibe más
quejas? – Justicia, donde se engloban Tribunales, Inmigración y Cárceles.
Hemos recibido muchas quejas de presos. También nos piden mucha ayuda y
presentan quejas los inmigrantes. Al mismo tiempo, estamos pendientes de
los problemas emergentes como el maltrato. Estamos trabajando mucho en la
repercusión de las nuevas tecnologías. Pero, como año, este es el año del
Estatuto, donde aparece el Defensor como garante de derechos y deberes de
los andaluces.
– ¿Cree que la ciudadanía valora y es consciente de
la importancia del nuevo Estatuto? – Como acción política el Estatuto es lo
más importante. Ahora parece que los partidos van a trasladar el tema a
los ciudadanos. La gente está más informada de lo que parece pero todavía
no conoce el Estatuto. Espero que, a partir de ahora, todos los discursos
no se centren en discusiones y tengan más un cariz pedagógico, de
explicación a la gente de cuáles son las novedades respecto al anterior
texto. La gente necesita saber qué aporta el Estatuto a la vida directa de
los ciudadanos.
– Antes mencionaba una serie de problemas que,
siempre, están ahí. Las cifras aseguran que en 2006 han llegado menos
inmigrantes a las costas andaluzas. – A mí no me importa que lleguen menos
inmigrantes. Eso le importa a la prensa.
– ¿La prensa distorsiona la
magnitud de los problemas? – La prensa se pone a discutir sobre la
inmigración de forma que parece que es el problema más grande que tenemos
en este país. El problema más grande de España es la salud mental. Hasta
que la prensa decida que es ése, me temo que estaremos hablando de
inmigración. Cuando se está en la situación de estos países, lo mejor es
emigrar. Otra cosa es que no tengamos tanta capacidad de acogida, pero, lo
que es evidente, es que esto no es una novedad histórica. En este momento,
la legislación es la que es y es muy difícil estar legalmente en España.
Aquí, salvo con un contrato en origen, no se puede estar. Vivimos ya como
toda Europa, en el chip de que no venga nadie y África sigue abandonada.
– ¿No cree que ha habido un freno en lo que parecía una política
aperturista con medidas como la regularización de inmigrantes? ¿Ha
cambiado el Gobierno su política ante las presiones? – Yo creo que lo
explicaron bien. Dijeron que harían una regularización y, a partir de ahí,
no entraría nadie. Eso es lo que están haciendo. Las políticas de
inmigración son las mismas siempre. No nos engañemos. Todo el mundo ha
hecho normalizaciones. Después, la perspectiva de cada uno enjuicia de una
manera.
– Entretanto, las personas siguen jugándose la vida en
pateras. – Eso no es culpa sólo de España, sino de la Comunidad
Internacional. Esta es la sociedad en la que vivimos, que no es
excesivamente justa. Las muertes de millones de humanos en el mundo por
hambre es algo que nos debería preocupar más de lo que nos preocupa.
– ¿Es una condición necesaria que haya pobres en el Sur para que existan
ricos en el Norte? – Esa es la historia del cinismo contemporáneo.
– ¿Qué mejoras pueden realizarse en materia de Inmigración? – Una:
cuando haya puestos de trabajo libres, posibilitar a la gente que está
aquí cualquier tipo de contrato temporal para que pueda dignificar su
vida. Dos: avanzar en integración, pero la integración no se produce si
las dos comunidades no quieren.
– Otro de las grandes polémicas
socio – políticas sigue siendo el Urbanismo. – Llevamos avisando del
Urbanismo diez años, con estudios. Las consecuencias son evidentes y
afectan a todo el mundo. Lamentablemente, hemos llegado tarde. Con la Ley
del Suelo puede que esto cambie de rumbo, pero hay muchos errores
acumulados tiempo atrás, teniendo, además, en cuenta que la construcción
ha sido la gran generadora de puestos de trabajo y dinero.
– ¿Qué
opina el Defensor de la proliferación de casos de corrupción? – Eso son
temas judiciales. Si tengo alguna historia la paso a la Fiscalía. Nos
vemos una vez al año con los fiscales de Medio Ambiente, planteamos temas
y si tenemos alguna denuncia o sospecha de corrupción se la entregamos a
ellos. Nosotros no podemos intervenir porque es un aspecto del ámbito
judicial.
– Da la sensación de que la corrupción urbanística se ha
convertido en lo habitual, en algo generalizado. – No lo comparto. Hay
políticos muy honestos que hacen un gran servicio a la sociedad. Lo que
pasa es que todo queda impregnado de maldad cuando ves lo que está pasando
a tu alrededor.
– Comenta en su informe la preocupación por la
ordenación del territorio. – Me preocupa cómo estamos construyendo las
ciudades contra los niños.
– ¿Quedan espacios para jugar? – Yo no
los veo o cada vez hay menos. La mayoría de los padres ya no viven en la
ciudad y se tienen que ir al cinturón metropolitano, y los chavales no
tienen espacios para jugar. Como mucho, hay pequeños parques, placitas,
más o menos cerca de la casa que no siempre facilitan el diálogo. De ahí
el abuso de los teléfonos móviles. También ha desaparecido esa
responsabilidad social por el menor. Cosas tan simples como que en el
barrio una madre que tiene dos niños, tiene que dejar a uno en la plaza
para llevar al otro al médico y tiene que llamar a no sé quién. Todo se ha
vuelto muy complicado. Antes la propia red social de la gente que estaba
allí vigilaba y cuidaba al niño mientras venía su madre. Había un diálogo
mayor entre niños y mayores. Esto lo traspasamos al ámbito de la
adolescencia y pienso que hay un diálogo casi interrumpido. Lo que
escuchan los adolescentes de nosotros, casi todo es negativo. Yo creo que
esta generación, como todas, tiene aspectos positivos.
– La
generación del botellón, dicen. ¿Qué le parece la nueva ley? – Es verdad
que hay que compatibilizar el primer derecho, que es al descanso, y el
segundo, que es a la diversión. Como no llegamos al diálogo hay que hacer
una ley que permite sacar el botellón con una segregación espacial que, a
su vez, posibilita llevarlo a no sé dónde. Una vez instituido el botellón,
habrá que hacer alguna intervención de carácter social, de carácter
preventivo. Esos dos niveles del diálogo hoy no funcionan.

Otro de los temas generales que antes mencionaba es la violencia. ¿Existen
suficientes medios para combatirla, en sus diferentes manifestaciones ? –
Donde más se ha avanzado hasta ahora es en la violencia de género. Aunque
reitero que algo estamos haciendo mal cada vez que hay un asesinato. Hay
una movilización social que parece cada vez mayor. El problema de nuestro
tiempo es que la gente olvida pronto y hasta que no hay otro asesinato
parece que no reactivamos esa conciencia social. Espero que con la
educación en igualdad que se está dando en los colegios desaparezca la
violencia de género, pero es un proyecto a largo plazo.
– La
violencia escolar también es objeto de polémica. Por ejemplo,
recientemente un chico de Bailén intentó suicidarse por acoso . – La
violencia escolar existe, nadie puede negarlo. No podemos entrar en una
guerra de cifras; hay que pasar a soluciones. Las de la Administración,
probablemente, han llegado tarde y hay que intensificarlas. Por ejemplo,
está el programa de Escuela Espacio de Paz, pero estas iniciativas hay que
intensificarlas sobre todo en lugares conflictivos. No hay casos de
violencia en todos los colegios. Debe haber un equipo que estudie qué está
pasando estructuralmente, si se trata de chavales absentistas, si están
matriculados obligatoriamente.
– ¿Cree que se trata de un problema
de base, de educación? – Es extraño este momento. No tiene ningún
diagnóstico porque intervienen muchos factores y hay muchos tipos de
violencia. Por ejemplo, el chaval de Bailén, mantiene una tesis y otra los
profesores. También hay otros chavales que no hablan, que están acosados.
Yo cuando estoy con ellos les desmonto la figura del chivato. Eso no es
ser un chivato, eso es defenderse. También están las confusiones entre una
violencia seria y un empujón. Lo que hace que se erradiqe es que la gente
se mueva y la Administración apoye, o al menos, no entorpezca.
– En uno de los últimos informes que presentó al Parlamento, avisaba de
la violencia de los hijos hacia los padres. – Hay otro grupo de niños que
ha invertido el tema, que en vez de ser maltratados son maltratadores de
sus padres. Fundamentalmente, esto se da en la clase media. Hay más de
300, casi 400 casos, según la Fiscalía General del Estado. Es un tema
multifactorial. No se puede decir: «este es el prototipo». Probablemente,
una de las razones sea que no somos capaces de compatibilizar la vida
laboral con la vida familiar.


En primera persona
José Chamizo de la Rubia (Los Barrios, Cádiz;
1949), es sacerdote y Licenciado en Historia de la Iglesia, por la
Universidad Gregoriana de Roma, en Historia Contemporánea, por la
Universidad de Granada, y tiene la diplomatura en Biblioteconomía por la
Ciudad del Vaticano. Chamizo está especialmente vinculado en tareas de
asistencia y apoyo ante problemas de drogodependencias y de lucha contra
la marginación y la pobreza. Fue designado Defensor del Pueblo Andaluz en
1996 y ha sido propuesto por todos los grupos por tercera legislatura
consecutiva. Escribir, leer, pasear y la música son algunas de sus grandes
pasiones. Se define «muy ecléctico». «Mezclo obras anteriores que había
leído con cosas que salen por ahí, sobre todo teatro». Y le «gustan muchos
los pasteles pero que no estén muy dulces», asegura entre risas.

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