El kilómetro cero da suerte a los inmigrantes
ABC, 23-12-2006ALMUDENA MARTÍNEZ – FORNÉS
MADRID. Francisco González, el lotero de «El doblón de oro», llevaba toda la mañana diciendo a los periodistas que le preguntaban que muchos inmigrantes, algunos de ellos sin papeles, le habían comprado la víspera el número premiado en su modesto quiosco de la Puerta del Sol. Parte de los 180 millones de euros que había repartido estaban, por tanto, en manos de personas con pocos recursos y muchas necesidades, lo que le daba «una gran alegría».
Por eso, a nadie sorprendió que el ecuatoriano Marco Esparza se acercara al establecimiento acompañado de sus dos hijos, Stalin y Fabricio, con un décimo premiado en el bolsillo de la cazadora, sin saber ni siquiera cuánto dinero les había tocado.
«No era un error»
En realidad, ellos tres eran los más sorprendidos por la noticia porque no acababan de creerse que, de repente, fueran propietarios de 100.000 euros. «Vimos el número en la televisión, pero nuestra madre nos dijo que viniéramos a confirmar que no se trataba de un error», relataba uno de sus hijos. Fue el mayor de ellos, Stalin, estudiante de electromecánica, quien la noche de la víspera había comprado y elegido ese décimo: «Me gusta el ocho desde pequeño y lo cogí».
Para los Esparza, como para tantos miles de inmigrantes que intentan abrirse camino en España, la vida no es nada fácil. Quizá, por eso, no se acababan de creer que habían sido tocados por la suerte. «Me siento como siempre, igual que ayer», afirmaban, más sorprendidos por el revuelo de periodistas y cámaras de televisión que les enfocaban en directo que por el propio premio. Mientras más salían en la tele, más sonaba su teléfono móvil.
Pagar el viaje a plazos
El cabeza de familia llegó a nuestro país hace ya cinco años, encontró trabajo en la construcción y, poco después, le siguieron su mujer y sus dos hijos. Ahora los cuatro residen en Vicálvaro y, desde que partieron de Ecuador, no han podido regresar a su tierra natal, donde viven los abuelos. Tenían tanta ilusión por volver de visita que, incluso, habían previsto la posibilidad de pagar los billetes a plazos.
Ahora, gracias a la lotería, podrían viajar holgadamente a su tierra, pero Marco prefiere «pagar las deudas, la hipoteca», y, además, no quiere que sus hijos interrumpan sus estudios con un desplazamiento tan largo. Dejarán el viaje a Ecuador para las vacaciones del próximo año.
En cuestión de pocos minutos, el aluvión de periodistas que rodeaba a los tres miembros de la familia Esparza fue sustituido por otro curioso grupo, de presencia un tanto inquietante. Unos trataban de aconsejar al inmigrante sobre el destino del décimo y otros le advertían del riesgo de que se lo robaran. Y, en medio del revuelo, los Esparza decidieron abandonar la Puerta del Sol y desaparecer discretamente.
El joven Stalin, de Ecuador, compró un décimo del número premiado la noche de la víspera del sorteo _ Con el dinero pagarán deudas y podrán viajar a su tierra, aunque después regresarán a España
ÁNGEL DE ANTONIO
El ecuatoriano Marco Esparza muestra el décimo premiado que su hijo compró la víspera
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