El Instituto Nacional de Estadística contabilizó en 2006 más de un millón
y medio de extranjeros con origen en países católicos en nuestro país, el
40% de los inmigrantes que viven en España. Por su parte, la delegación
Diocesana de Inmigración no dispone de ningún estudio sobre la práctica
religiosa de los emigrantes en los países de acogida en relación con la
que tenían en los de origen. Sin embargo, Juan Rivera, director del
Departamento de Pastoral, afirma que «es muy probable que disminuya esta
práctica, sobre todo en los inmigrantes de la segunda o tercera
generación. Los de la primera suelen tender a conservar las costumbres de
sus países de origen, pero si en éstos no eran practicantes, en los países
de destino lo serán igual o menos». En este sentido, la Universidad
Francisco de Vitoria ha realizado un estudio según el cual el 25% de los
inmigrantes pierden la fe al poco de llegar a la Península. No obstante,
Juan Rivera afirma que «los países de origen son tradicionalmente más
practicantes que España», aunque reconoce que «una cosa es la religiosidad
oficial (recepción de los sacramentos de iniciación: bautismo,
reconciliación, eucaristía, del sacramento del matrimonio o la
extremaunción) y otra cosa distinta es la práctica de la asistencia a la
eucaristía dominical».