Opinión
"El Periódico". GUATEMALA: " Migración y doble discurso"
Las pandillas son consecuencia de la emigración
Prensa Latinoamericana, 19-12-2006Carmen Rosa de León-Escribano.
En su homilía del domingo el Cardenal Quezada Toruño fustigó la doble agenda de Washington. Tiene razón. Mientras que por un lado se impone la agenda económica del Tratado de Libre Comercio, sabiendo que su plena aplicación dejará a cientos de productores sin posibilidades de insertarse dentro de los nuevos requisitos del mercado, por otro, deciden generar precedentes en el caso de los trabajadores ilegales en Texas.
El balance de las economías formales e informales constituye un todo. Si en el caso de Guatemala no se avanza en incorporar más trabajadores al mercado formal, es precisamente por la incapacidad del sistema de generar puestos de trabajo.
Eso hace que crezca la economía informal de subsistencia. Son miles de personas que viven al margen no solo del sistema financiero, sino también de las prestaciones y cobertura del sistema de salud. La consecuencia es una población altamente vulnerable frente a los factores externos.
Las remesas, que constituyen el mayor volumen de ingreso de divisas al país, generan una sensación de crecimiento económico a través del alza en el consumo. Dependemos para ello, de los envíos de esos casi dos millones de compatriotas que se encuentran trabajando en Estados Unidos. Cabe pues preguntarse cómo las autoridades piensan enfrentar el dilema de expulsiones de productores del mercado de subsistencia y el retorno de miles de compatriotas que engrosarán la alta tasa de desempleo o subempleo nacionales.
Pero vale la pena resaltar la tendencia de Estados Unidos y nuestros gobiernos de criminalizar los efectos de la desigualdad y la inequidad. La predisposición de convertir a las pandillas en objetivo antiterrorista y por lo tanto justificar la entrada de los ejércitos para combatirlas, deja de lado el análisis de las causas queriendo resolver la problemática a través de la eliminación física del enemigo.
Las pandillas son consecuencia del proceso de emigración, de ausencia de cobertura de educación media a nivel nacional y la falta de inversión del Estado en generar capital humano y fuentes de empleo. De pronto se convierten de víctimas de la ausencia de políticas para jóvenes en victimarios y culpables. Esa lógica se aplica ahora con los migrantes. De garantizar la sostenibilidad de la economía de los norteamericanos a través de percibir salarios bajos y sin prestaciones, fuera del sistema, ahora se convierten en delincuentes que amenazan la seguridad y prosperidad del norte.
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