«Esto sólo es un calmante momentáneo para el problema»

ABC, 19-12-2006

CARLOTA FOMINAYA

MADRID. La cola para las recolocaciones en otros vuelos mostraba ayer en el aeropuerto de Barajas muchas caras cansadas y resignadas en su gran mayoría, y curiosamente las menos, indignadas. En espera de ser reubicados en otras rutas, lo que casi todos quieren ahora es irse, aunque no resulta nada fácil enjaretar a estas personas en las distintas aerolíneas que están colaborando con Fomento.

El primer vuelo en salir estaba previsto para las 13.00 horas con destino a Ecuador y Panamá, pero su salida se demoró hasta casi las 15.00 ante la existencia de plazas libres que había que cubrir. En este avión finalmente viajaron más de 50 ecuatorianos que esperaban en Barajas desde el pasado sábado, así como 115 viajeros que tenían previsto viajar ayer con la compañía desde El Prat, y otros afectados que se dirigían a los citados destinos en distintas fechas y, ante las caras y las expresiones de alegría de los que tuvieron la suerte de entrar, se contraponían las lágrimas de Á. M., empleada del hogar, que desde hace siete años no viaja a Ecuador. «Me llamaron y tengo un localizador – que muestra apuntado en un recorte de periódico – , pero no sé muy bien a dónde acudir. No puedo hablar, por favor, no me pregunte más», dice con la voz entrecortada.

«Quiero mi dinero»

Con más entereza, pero con la misma desolación, Paul Suntaxi, otro ecuatoriano, mecánico de coches de profesión, que se ha quedado fuera esta vez, explica que él también lleva sin viajar a su país seis años, y que empieza a dudar en irse el mes que tenía previsto en los vuelos facilitados, si no tiene asegurada la vuelta.

En cambio Rosa Lagos, chilena, con billete para casarse en Ecuador con Christian Cisneros, padre de su hija Kelly, un bebé de siete meses que carga estoicamente en sus brazos, afirma que «lo que yo quiero ahora es que me devuelvan mi dinero. Pagamos 2.600 euros por tres billetes y sólo quiero recuperar la cantidad para volver a reinvertirla cuanto antes en otros tres pasajes, pero esta vez, de Lan Chile». «Nunca más vuelvo a comprar billetes en una «low cost»», añade, mientras le da algo de comer a la niña que sonríe, ajena a todo el drama que están viviendo sus padres.

Una pareja de compatriotas suyos, C.J. y N. G., se muestran bastante más escépticos ante la devolución del importe de los billetes, por los que han pagado 1.200 y 1.500 euros respectivamente, unos elevados precios que ellos justifican por las fechas, la escasez de plazas y también a un poco de falta de previsión por su parte. «El reclamo por escrito no te da ninguna garantía de que te lo reembolsen. Es más, pienso que es algo poco probable. Es sólo un calmante momentáneo para la solución de nuestro problema. Por eso queremos aprovechar al menos el viaje de salida que ofrece Fomento». «Somos el ejemplo del usuario que hizo una mala elección», añade uno de ellos, irónico.

Estas declaraciones se recogían a las puertas de la sala Turmalina de la Terminal 1, habilitada para estudiar caso por caso e ir haciéndose cargo de los clientes de Air Madrid que, hasta las 17 horas de ayer, especificaron fuentes aeroportuarias, habían suscrito más de 1.600 reclamaciones. En esta sala «se trabaja a destajo en la formación de grupos para realizar vuelos en las próximas horas y días a Ecuador, Costa Rica, Colombia y Buenos Aires, pero por ahora no hay nada cerrado», aseguraron las mismas fuentes.

Ante esto, algunos viajeros que tenían que haber salido ayer a Buenos Aires y que en principio no podrán salir hasta el próximo miércoles anunciaban que no abandonarán el aeropuerto hasta que les adjudiquen un vuelo. «Hemos cogido los colchones que han dejado los ecuatorianos que durmieron aquí y que consiguieron irse – comentaron – . No vaya a ser que nos pase lo que a los del sábado, que fletaron un avión, a la gente no le dio tiempo a llegar y se canceló el vuelo». Y no son los únicos. También han decidido permanecer en Barajas viajeros de otros vuelos, como un grupo de diez mexicanos que tenían billete para volar mañana con Air Madrid y que no quieren irse «por si acaso». A todos ellos el personal del aeropuerto se afanaba por repartirles botellas de agua, bocadillos y «potitos» para los más pequeños.

Un escenario parecido se dibujaba en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona. Allí, el centro de atención a los pasajeros afectados por la suspensión de actividades de Air Madrid llevaba recogidas más de 1.000 reclamaciones desde el viernes. Muchos de ellos partieron ayer por la mañana desde esta ciudad con destino a la capital, desde donde estaba previsto que despegaran en otro aparato de Iberia hacia sus destinos finales en Guayaquil y Quito, Ecuador y Panamá. Muchos habían pasado también la noche en las instalaciones aeroportuarias esperando a que les avisaran para poder embarcar.

Lo mismo que en el único destino de la aerolínea en Europa del Este. Casi un millar de rumanos que compraron billetes de Air Madrid hacia Barcelona o Madrid desde Bucarest estarían afectados por la cancelación de los vuelos de esta aerolínea. «La gente está muy enfadada porque pagó por los billetes. Sin embargo, creo que deberían estar felices de que se encuentran seguros en tierra antes de haber volado con riesgo de sufrir una desgracia» dijo el ministro rumano de Transportes, Radu Berceanu.

Situación crítica

Al otro lado del Atlántico el paisaje no variaba mucho. En Chile, por ejemplo, las autoridades anunciaban que mantendrían retenido un avión de Air Madrid hasta que la compañía, tras suspender sus actividades el pasado viernes, facilite una solución a los pasajeros con destino a aquel país. La aeronave de la compañía sólo podrá abandonar el territorio chileno «una vez que cancele sus deudas con las autoridades aeronáuticas locales». Así lo indicó el secretario general de la Junta de Aeronáutica Civil (JAC), Jorge Frei. No obstante, la situación más crítica se vivía en el aeropuerto de Santiago, donde los pasajeros llevan ya cuatro noches durmiendo a la espera de una solución.

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