Moratoria bienal a rumanos y búlgaros

España aplicará una moratoria de dos años a los inmigrantes rumanos y búlgaros, ciudadanos de pleno derecho de la UE desde el próximo 1 de enero. Europa, incapaz de soluciones, suscita optimismo decreciente.

ANTEAYER los ministros de Interior y de Trabajo y Asuntos Sociales se fueron de visita oficial a Rumanía y Bulgaria, y el segundo, Jesús Caldera, informó de que España impondrá una moratoria de dos años a la entrada de trabajadores de los dos países, ciudadanos UE de pleno derecho desde el próximo 1 de enero. Aquí hay ahora unos 200.000 rumanos y 25.000 búlgaros.




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Día: Lunes, 18 de diciembre
Edición: GENERAL
Número de Página: 10
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Otros socios europeos, como Francia, Reino Unido e Irlanda, también han levantado barreras a la posible avalancha procedente de esas tierras orientales. Caldera ha detallado que la prohibición no impide la flexibilidad, según los flujos migratorios y los cambios en el mercado de trabajo. Queda lejos, tanto que nadie parece recordarlo, aquella efusión voluntarista del presidente Zapatero, cuando proclamó que este país estaría abierto a todos los que quisieran venir del Este a trabajar. La realidad, tarde o temprano, demuestra e impone su fuerza.La semana pasada, la presidencia finlandesa ha cedido los trastos a Alemania. Finlandia, se dice, ha terminado exhausta de remar en dique seco. Pero Angela Merkel, sin pérdida de tiempo, ha aconsejado a sus colegas que «eviten las excesivas presiones con el calendario». Entre otras cosas, porque Francia tiene elecciones presidenciales en primavera. Así no hay política común posible. Al margen de este escollo, no leve, la UE no acierta a salir del laberinto en que la sumió el rechazo franco holandés de la Constitución. Zapatero propuso que se reúnan los países que votaron sí. Chirac reaccionó violento: sólo la presidencia puede organizar el debate.

Pero dirigir a 27 con reglas ideadas para 15 parece difícil. Los eurooptimistas no viven sus mejores horas. Y la inmigración es problema que debemos analizar como europeos. Aunque, de puertas adentro, también Europa nos divide.