Los menores rumanos moderan su actividad delictiva en BCN tras la 'operación Bucarest'
El Mundo, 18-12-2006El número de detenidos presentados en Fiscalía desde abril representan menos de la mitad que en 2005 La operación Bucarest ha marcado un antes y un después en la delincuencia de menores rumanos en la ciudad de Barcelona.Los últimos datos con los que cuenta la Unidad de Menores de los Mossos d’Esquadra no dejan lugar a duda: la efectividad de este operativo policial llevado a cabo en marzo de este año, ha supuesto la reducción a casi la mitad de los actos delictivos cometidos por menores gitano – rumanos que, junto a los magrebíes, protagonizan el 90% de los expedientes por actos delictivos que posee la Fiscalía de Menores de Barcelona.
Las cifras con las que trabaja la Fiscalía en colaboración con los Mossos denotan una reducción considerable de los delitos acontecidos por menores rumanos desde marzo hasta el mes de octubre de este año. En comparativa con 2005, un mes después de la operación Bucarest, «el número de niños y niñas rumanos que fueron trasladados a la Fiscalía fue de 58, cuando en el mismo mes del año anterior la cifra se situaba en 95» afirma Xavier Sellart, responsable de la Unidad de Menores de los Mossos d’Esquadra. Lo mismo ocurre con los meses posteriores. «Mientras que en el verano de 2005 se atendieron a 466 niños, en el mismo período de 2006 las visitas a Fiscalía se redujeron hasta 199», concluye Sellart.
La situación hace un año era bien distinta. Hacer una visita a la Fiscalía de Menores de Barcelona significaba encontrarse con más de una docena de niños rumanos ocupando casi la totalidad de las dependencias policiales. La mayoría eran menores de 14 años y por lo tanto exentos de responsabilidad penal que, aunque contaban con la protección de la Fiscalía, muy pronto volvían a delinquir.
«Hace unos meses recibíamos al día a unos 30 chicos, algunos incluso volvían al cabo de unas horas», añade Jaume García, Jefe de la Oficina de Denuncias, «sin embargo, desde abril atendemos a dos, a veces tres y, si hay suerte, a ninguno». Estos menores, algunos detenidos por pequeños robos con violencia e intimidación, entraban casi siempre sonriendo y saludando a los integrantes de la Unidad. Eran conocidos por todos. La Fiscalía se había convertido en su segunda casa.
No obstante, la actitud policial era bien distinta. El constante ir y venir de estos menores inmigrantes traía en jaque tanto a la Fiscalía como a los Mossos. Esta realidad social no respondía a una simple eventualidad sino a una señal preocupante que evidenciaba una grieta en la seguridad ciudadana y, sobre todo en la reinserción de los menores.
La solución a la congestión presente a diario en la Fiscalía fue acabar con el problema de raíz. En octubre del año pasado el Grupo de Multireincidentes de los Mossos d’Esquadra comenzó la vigilancia de tres parejas rumanas y de sus tres hijos en el barrio de Sant Roc de Badalona. Tras tres meses de investigaciones y al descubrir que los únicos ingresos de sus ociosos progenitores procedían de los robos de sus vástagos, la policía logró demostrar que eran los padres, de origen rumano, los que inducían a los menores a su cargo a delinquir, siempre en su propio beneficio.
Como si de un remake de la película Oliver Twist se tratase, los niños comenzaban su jornada delictiva con una paternal advertencia: «Tú y tú, a las Ramblas; y recordad que si os pilla la policía, decid que sois menores rumanos». Y la disciplina impuesta siempre era fructífera. A última hora de la tarde los menores, de entre 7 y 14 años, llegaban al hogar con su preciado botín. Tras diez horas de un lucrativo paseo por la ciudad lograban lo suficiente como para pagar el alquiler del piso o incluso pagarle un coche a sus padres.
Finalmente, la policía detuvo a las tres parejas rumanas acusadas de usar a sus 13 hijos como instrumento para delinquir. Cinco de los seis padres fueron ingresados en prisión condenados por más de 600 hurtos y los menores pasaron a disposición de la Direcció General d’Atenció a la Infància i l’Adolescència. «Este operativo significó la primera detención de estas características llevada a cabo en España» afirma Sellart, «además de un duro golpe para la delincuencia en Barcelona».
Actualmente, y ante la constante presión policial, los menores rumanos han optado por suavizar su actuación en los distritos más céntricos de la ciudad y ocupan otras zonas como l’Hospitalet o el Maresme. Su modus operandi actual se basa en estafas y pequeños hurtos. Según Javier García «los menores piden dinero haciéndose pasar por sordomudos mientras enseñan unos panfletos de una asociación francesa para deficientes físicos que no existe; otros, en cambio, se dedican a mendigar». En ocasiones la policía ha conseguido detener a menores con grandes sumas de dinero porque, como destaca García, «son muchas las víctimas que caen en la trampa, sobre todo turistas».
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