Los menores tutelados pasan un promedio de 4 años en pisos de acogida en Gipuzkoa

La Diputación reforzará el trabajo con las familias biológicas desestructuradas para acelerar el regreso de los hijos En el 90% de los casos se prevé que sigan acogidos hasta la mayoría de edad

Diario Vasco, 16-12-2006

SAN SEBASTIÁN. DV. Cuando un menor es acogido por la tutela o guarda de la Administración, el regreso al seno de la familia biológica es difícil y lento. Padres enganchados a las drogas, hogares desestructurados con algún progenitor en prisión, carencias económicas, dejadez o inhibición del cuidado del menor… El regreso es complicado. De hecho, los menores desprotegidos en Gipuzkoa tienen una estancia media de cuatro años en los pisos y centros de la red foral de acogimiento residencial.

Según los datos de un informe de la Universidad de Oviedo, encargado por el Departamento para la Política Social de la Diputación de Gipuzkoa, los educadores que se encargan de velar por estos menores consideran que en el 92% de los casos seguirán acogidos indefinidamente o hasta la mayoría de edad. Tan sólo contemplan un posible retorno o breve duración de la acogida en el 7% de los casos.

Asimismo, el informe califica de «preocupante» que las transiciones entre pisos y centros de acogida sean habituales. En este sentido, la mitad de los menores tutelados han cambiado de piso o residencia de acogida al menos una vez. Incluso, hay casos en los que el menor ha pasado por cinco pisos de acogida diferentes.

Los autores consideran que estas prácticas «son un factor de desequilibrio» que se añade a la problemática de las estancias «muy prolongadas».

Con el objetivo de reducir la estancia de los menores desprotegidos atendidos en pisos de acogida, la Diputación de Gipuzkoa incidirá en «reforzar el trabajo con los padres biológicos para que adquieran o recuperen sus capacidades y sea posible garantizar el retorno de los menores en condiciones adecuadas».

«Sabemos que es complicado – aseguró ayer la diputada Esther Larrañaga a la salida de la comisión de Política Social en Juntas Generales – , sobre todo porque tenemos una tipología de menor en nuestros centros en franjas de edad adolescente y hay veces que resulta difícil poder volver a su propia familia biológica». Para superar estos problemas, la Diputación reforzará los programas de intervención para lograr la vuelta con sus padres biológicos y, si no es posible, ofrecerles una familia de acogida.

Familia profesional

Otra de las principales novedades de esta reestructuración del servicio se refiere a los niños más pequeños. Hasta ahora, los menores de 0 a 3 años que no podían permanecer con sus padres eran atendidos en centros de acogida de urgencia, hasta que encontraban una familia que se hiciera cargo de ellos mientras no pudieran volver a sus hogares.

La Diputación pretende que a comienzos del año que viene se ponga en marcha un programa de acogimiento familiar «profesionalizado». Es decir, esa primera fase de atención de urgencia no se realizará en un centro, sino en una familia que cobrará por esta función hasta que se encuentre un hogar de adopción temporal. Este recurso se prevé que se extienda en el futuro a los adolescentes.

Desde la Diputación aseguran que no se correrá el riesgo de que estas familias, por el hecho de ser remuneradas, se muevan sólo por el interés económico y no presten la atención adecuada al menor. «Habrán pasado por una rigurosa selección y recibirán cursos de capacitación. Además, el número de menores es muy pequeño. No creo que haya problema en encontrar hogares adecuados».

Reordenación de la red

El informe de la Universidad de Oviedo califica la red foral de acogida residencial como «un conjunto de ciertamente desordenado de recursos».

Esther Larrañaga no comparte esta afirmación, «porque la red de acogimiento residencial en Gipuzkoa se creó en un momento concreto con un orden, pero esa red ha ido evolucionando y la problemática del menor y de las familias de hace diez años no es la que tenemos ahora. Antes teníamos menores con edades inferiores y ahora un alto porcentaje son menores en la franja adolescente, con una problemática más fuerte».

No obstante, la diputada considera que el informe y el trabajo elaborado por el catedrático Jorge Fernández del Valle, experto en acogida a menores, les ha ayudado a establecer unas mecánicas de actuación y a reordenar los servicios.

De hecho, la red asistencial se remodelará en todos los tramos de edad. La Diputación prevé pasar de las 191 plazas actuales a 204, un número que Larrañaga admitió que no será suficiente para atender la creciente demanda y que tendrá que aumentar paulatinamente.

Los niños de 4 a 12 años dispondrán de siete hogares con un total de 56 plazas; para los de edades comprendidas entre los 13 y los 16 años se habilitarán 104 plazas en 13 centros; y los de 16 a 18 años contarán con dos nuevos pisos de «emancipación».

En estos últimos, con un total de 12 plazas, vivirán los adolescentes con buena capacidad de autonomía y sin problemas de conducta, a quienes se les orientará en la práctica de habilidades para que puedan afrontar la vida adulta y que, además, contarán con ayudas para emprender la «desvinculación» con el centro. Se trata de menores para quienes se descarta tanto el retorno a la familia biológica como el acogimiento familiar, para los que se ha creado el programa Umbrela, pensado para mejorar su autonomía.

Tres centros alejados de núcleos urbanos, ya en funcionamiento y que suman 32 plazas, se hacen cargo de los menores de 13 a 18 años con problemas de adaptación grave.

Integrar a inmigrantes

Los pisos de acogimiento residencial en la red foral acogen desde el año pasado a menores extranjeros no acompañados, que conviven con otros chavales con nacionalidad española. La Diputación de Gipuzkoa apuesta por un modelo «integrador que la institución está definiendo», aunque en la práctica se concreta en una convivencia que ya es un hecho.

En la actualidad, 38 menores inmigrantes conviven integrados en la red de acogimiento residencial. Antes de llegar allí, primero pasan una fase en los centros de acogida de menores inmigrantes de Urnieta y Tolosa o en hoteles y pensiones.

«En la nueva ordenación – añade Esther Larrañaga – quedaría por ajustar a los menores inmigrantes no acompañados. En realidad, teóricamente encajan en el modelo. Pero hay que decir que ha sido tal la presencia de estos menores inmigrantes no acompañados en el territorio de Gipuzkoa en los dos últimos años, que es difícil casar esta demanda con un modelo de atención en pisos muy reducidos».

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