La multinacional del terror

Las Provincias, 13-12-2006

La ambición del dictador Pinochet le llevó a defender su ‘reinado’ dentro y fueradel país, para lo que utilizó a los agentes de la DINA, verdadera Gestapo chilena Un día de octubre de 1973, a menos de un mes del golpe de estado, el entonces dictador Augusto Pinochet recibió en sus oficinas a un desconocido coronel de Ejército a quien le encargó la misión de formar un organismo dedicado exclusivamente a derrotar cualquier resistencia al régimen militar. Nacía la temida Dirección de Inteligencia Nacional.


El coronel Manuel Contreras recibió de Pinochet carta blanca para crear la policía secreta del régimen militar, podía disponer de fondos reservados para sus operaciones, contratar a civiles y pagar por información, además de una autorización para sacar de cualquier rama de las Fuerzas Armadas a los efectivos que pasarían a formar la DINA.


La DINA –que tendría existencia legal desde abril de 1974– sería encabezada como director ejecutivo por el coronel Contreras, pero sólo respondería a las órdenes de Pinochet, saltándose a todo el cuerpo de generales e incluso a los otros miembros de la Junta Militar. Según informes oficiales, la DINA fue responsable de los casi tres mil muertos que dejó la dictadura, entre ejecutados y detenidos desaparecidos en Chile.


Entrenamiento en torturas

Contreras, un militar especializado en Inteligencia y formado en la Escuela de las Américas en Panamá, reunió en un regimiento del puerto de San Antonio a unos 500 efectivos de las Fuerzas Armadas y comenzó el entrenamiento en técnicas de torturas con los mismos prisioneros que estaban allí. Si bien la represión de la DINA comenzó a operar de inmediato y creó más de dos centenares de cárceles clandestinas en todo el país, arrestó a millares de opositores a la dictadura y desarrolló técnicas especiales para hacer desaparecer los cuerpos de las víctimas, su accionar no se detuvo en las fronteras de Chile.


Un comando de la DINA viajó a Buenos Aires a inicios de septiembre de 1974, bajo el mando del jefe exterior del organismo, el hoy general retirado Eduardo Iturriaga Neuman, para preparar la “inteligencia en terreno” de un atentado contra el ex comandante en jefe del Ejército, general Carlos Prats. Semanas después, el 30 de septiembre, el agente Michael Townley activó una bomba escondida bajo el automóvil del ex jefe militar que le quitó de inmediato la vida. También murió su esposa, Sofía Cubhert, que le acompañaba.


Prats –de enorme prestigio y ascendencia en el mundo castrense – había sido el jefe militar que recomendó a Pinochet ante el presidente socialista Salvador Allende para que asumiera el mando del Ejército. Pese a su exilio en Argentina, Pinochet veía en Prats una amenaza. Luego de 30 años, 16 personas –la mayoría de la DINA– fueron condenadas por este crimen, pero Pinochet logró eludir el juicio. En 1975, el neofascista italiano Stefano delle Chiaie, prófugo de la justicia en su país por diversos atentados terroristas, llegó a Chile como huésped de la DINA y fue atendido por Michael Townley, quien coordinó sus reuniones con los jefes del organismo. El 5 de octubre de 1975, Delle Chiaie y un comando ultraderechista baleó al ex vicepresidente de Chile, Bernardo Leighton, y a su esposa Anita Fresno, quienes vivían exiliados en Roma. Ambos lograron sobrevivir al atentado, aunque quedaron con graves secuelas.


Estados Unidos retira su apoyo

En 1976, el subjefe de la DINA, el entonces coronel Pedro Espinoza citó a Townley y al capitán Armando Fernández Larios al cerro Santa Lucía, un parque al aire libre en el centro de Santiago. Ahí les ordenó “liquidar” al ex canciller Orlando Letelier, que vivía exiliado en Washington. Ambos agentes de la DINA ejecutaron la misión el 21 de septiembre de 1976. Letelier, al igual que Leighton, era percibido como un eventual presidente en el exilio. Sin embargo, la bomba que explotó en pleno barrio diplomático de la capital estadounidense inició el declive del apoyo de EE. UU. a Pinochet y una investigación que además pondría a luz la operación Cóndor, otra creación del coronel Contreras y la DINA.


Con el respaldo de Pinochet, en 1974 Contreras invitó a Santiago a los jefes de los organismos de inteligencia de los países del cono sur de América Latina, para coordinar un plan conjunto de “lucha contra la subversión y el comunismo”. El ‘Plan Cóndor’, como lo bautizó el propio Contreras, tuvo su sede en Santiago y marcó el inicio de una cooperación, intercambio de informaciones, acciones conjuntas para secuestrar a “subversivos”, intercambio de prisioneros y ejecución de los mismos, que involucró a Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil, además de incluir a grupos de ultraderecha de otros países.


Las investigaciones sobre la operación Cóndor realizadas en todos los países que estuvieron involucrados, además de las indagaciones de Estados Unidos, no han logrado establecer la cantidad exacta de víctimas. Sólo que fueron miles los desaparecidos, miles los ejecutados y miles los secuestrados y torturados que lograron sobrevivir.

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