El ministro francés de Interior, Nicolas Sarkozy, refutó ayer que la inmigración haya tenido un peso importante en la actual «potencia» económica española. Pretender lo contrario es «audaz», subrayó Sarkozy en una concurrida rueda de prensa en la que hizo balance de la lucha contra la inmigración ilegal en los casi cinco años que ha estado al frente del Ministerio de Interior y formuló sus propuestas para el futuro.


«Si la inmigración clandestina hubiese producido tanta riqueza» en España, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero «no habría dicho que no hará más regularizaciones masivas», manifestó el postulante a la candidatura oficial de la conservadora y gobernante UMP al Elíseo.


A finales de noviembre pasado, Rodríguez Zapatero subrayó que en el crecimiento económico español han sido «determinantes» la mayor incorporación de la mujer y de la inmigración al mercado del trabajo, y que esas dos variables habían aumentado también el «potencial de crecimiento en los años venideros».


España, que es un país de inmigración desde hace apenas «cinco o seis años», «ha pasado de tener una economía rural a ser una economía potente que pesa en Europa», y eso – según el ministro – se ha debido a las «reformas» que han aplicado sucesivamente los gobiernos de Felipe González, José María Aznar y Zapatero.


La «emergencia» de España, país que dice amar y que recomendó visitar, «no depende de los últimos 5 o 6 años, sino que viene de antes», insistió Sarkozy, quien reiteró sus críticas a las «regularizaciones masivas» de inmigrantes.


«La regularización española del 2005, de cerca de 600.000 personas, ha precipitado a los brazos de las redes criminales a jóvenes africanos atraídos por las sirenas de la regularización», afirmó Sarkozy.