Migraciones, derechos y nuevas diásporas (Patxi Azparren - Txema Landa)

"En todo el mundo occidental y rico, cada vez hay más personas desplazadas que han tomado conciencia de sí mismas y que luchan por su identidad y derechos"

Deia, 11-12-2006
Patxi Azparren – Txema Landa

Los últimos cuatro años, estamos organizando desde la Fundación Euskaria una serie de ciclos de conferencias sobre derechos individuales y colectivos. En contraposición con posturas que quieren jerarquizar los derechos humanos, unos colocando los colectivos por encima de los individuales, otros al contrario, primando los individuales, o en sus versiones más radicales, (neoliberalismo) negando incluso la existencia de los derechos colectivos, defendemos la realización plena de todos los derechos sin exclusión.
De los muchos debates que se están dando, van destacando alguno de ellos por converger en ellos una maraña de derechos en conflicto y de transformaciones en cadena. Entre ellos este año en las conferencias estamos tratando el fenómeno de los movimientos migratorios y la creación de nuevas diásporas.
Dentro de los enormes fenómenos socioculturales y políticos que está dando en el siglo XXI, nos encontramos con nuevos movimientos de personas y pueblos que están haciendo recomponer muchos marcos referenciales, teóricos y prácticos, como lo son la figura del desplazado y el emigrante. Esta que se quería presentar como una persona individual cuya única alternativa y deber era integrarse dócilmente a la sociedad de acogida, ha dado paso a una nueva perspectiva que reconoce los problemas estructurales y concretos que hace que una población se vea forzada a abandonar su tierra de origen.
Desde la ciencia social se evidencia que lejos de tratarse de una decisión básicamente individual y voluntaria, estamos ante un conjunto de factores complejos y colectivos que han hecho del inmigrante un agente activo tanto en la sociedad de acogida como en la de origen, con lazos que unen ambos extremos. USA, la jacobina Francia, la Europa neoliberal quieren reducir el fenómeno a un hecho individual: la tarea del emigrante es ser asimilado, el que no lo haga estará “condenado a la marginación”. El que se organice, se politice, estará condenado a la sospecha, a la acusación de izquierdista, etnicista, radical.
Sin embargo, la realidad del origen de estos movimientos (800 millones de personas en migraciones ínter e extraestatales, según nos indicó el profesor Pedro Albite en una reciente conferencia) está en las consecuencias producidas por la explotación imperialista de los países, una creciente desigualdad en la riqueza, por las guerras, la destrucción genocida de las comunidades indígenas y campesinas, la necesidad de mano de obra barata de las envejecidas sociedades occidentales.
Estas percepciones han provocado que cada vez más personas desplazadas hayan tomado conciencia de sí mismas y que en todo el mundo occidental y rico, ellas luchen por su identidad y derechos. Estas personas son sujetos de derechos individuales y colectivos y como tales son sujetos de cambio político. Son las nuevas diásporas.
Diáspora vasca.
Euskal Herria también tiene diáspora. Aunque queda lejos aquella primera emigración de las crisis de subsistencia postmedievales (incluidos los conocidos genocidas colaboracionistas con el imperialismo europeo), es históricamente reciente la formada por la supresión del régimen foral, el golpe de estado fascista y la más reducida compuesta por refugiados políticos del, aún inconcluso, conflicto armado.
Las dos guerras carlistas, la supresión del régimen foral, el servicio militar obligatorio y colonial en Francia y España, supusieron la emigración masiva por razones económicas, políticas y culturales de los sectores más jóvenes y activos del país. El golpe de estado franquista fue el tercer episodio de un mismo proceso que casi acabó con Euskal Herria como pueblo. El actual conflicto ha causado alrededor de 2.000 refugiados políticos vascos y un número indefinido de diversa tendencia ideológica que ante éste han preferido o se han visto forzados a abandonar el país. Y, por último, el desmantelamiento industrial en Hegoalde y especialmente la marginación terciaria que hace el Estado francés en Iparralde provoca una continua salida de jóvenes.
Existe hoy una diáspora vasca procedente de esos diversos periodos que está organizada y quiere ser activa en los procesos abiertos actualmente. Por un lado, hay un buen número de personas de la diáspora que quiere volver a la tierra de sus ancestros. Regreso dificultado por la legislación de nacionalidad española y francesa. Parte de esa diáspora quiere ser activa también en el proceso de paz y cambio político y por qué no acceder a la nacionalidad vasca.
Estamos hablando también de una posibilidad de acogida bilateral, esto es, de acoger a los descendientes de quien tuvo que irse y de posibilitar a quien aún esta fuera como consecuencia del conflicto sea acogido en la diáspora hasta que se pueda retornar.
Éstos son los puntos de reflexión que presentamos para la charla del 15 de diciembre en Bilbao y que cierra nuestro ciclo anual de conferencias.

Patxi Azparren y Txema Landa son miembros de Euskaria Fundazioa

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