La mitad de los menores en acogida ha tenido que cambiar de piso al menos una vez
un estudio pide que se elimine esta práctica por ser "muy negativa" para los chavales
Diario de noticias de Gipuzkoa, 11-12-2006El retorno con sus padres biológicos o con una familia de acogida apenas se reserva para el 7% de los casos El retorno con sus padres biológicos o con una familia de acogida apenas se reserva para el 7% de los casos
La mayoría de los jóvenes que viven en pisos de acogida son adolescentes.Foto: marcos ruiz
carlos marcos
Donostia. La mitad de los menores en situación de desprotección que residen en pisos de acogida tutelados por la Diputación han tenido que cambiar al menos un vez de hogar, dándose casos de hasta cinco domicilios distintos. Así lo advierte un estudio elaborado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo que critica esta “preocupante” práctica al considerar que, “salvo circunstancias muy justificadas”, se deben evitar este tipo de cambios porque constituyen “un factor de desequilibrio y de muy negativo pronóstico en la evolución futura” de los menores.
Según estos datos, al menos tres de cada diez menores que permanecen en la red foral de acogida han tenido que mudarse una vez después de ser acogidos, mientras que un 18% ha pasado por dos, tres, cuatro y en el caso de un chaval hasta por cinco pisos de acogida.
El estudio, realizado por encargo del Departamento para la Política Social de la Diputación para evaluar la red de acogimiento residencial de menores, advierte de lo negativo de esta práctica y alerta igualmente sobre la “prolongada” estancia que pasan los menores en este tipo de pisos. Además, critica que, salvo en “un par de casos”, no se contemple que regresen a su hogar o que pasen a vivir con una familia de acogida.
El informe, que ha sido remitido por la diputada del ramo, Esther Larrañaga, a las Juntas Generales de Gipuzkoa, se ha elaborado a partir de los datos recogidos durante el año 2004, aunque no ha sido hasta octubre de este año cuando se ha cerrado el capítulo de conclusiones y, más recientemente, cuando se ha trasladado a las Juntas.
13 años Según esta evaluación, los menores que conviven en la red foral de acogimiento residencial (con la excepción de inmigrantes y bebés) tienen una media de 13 años, si bien el 67% es mayor, aunque las edades oscilan entre los 2 y los 20 años, siendo la mayoría varones (56%).
Estos chavales conviven en tres centros de tipo residencial (dos de ellos de titularidad foral) y quince hogares funcionales que suman 188 plazas repartidas entre Donostia, Irun, Hernani, Tolosa y Urretxu, y que son gestionadas con la ayuda de ocho entidades colaboradoras, entre ellas Nuevo Futuro.
La mayoría lleva una media de cuatro años haciendo uso de este tipo de recurso, mientras que dos de cada diez chavales han superado ya los ocho de estancia, dándose “casos extremos” que llegan a los once años. Este hecho llama la atención a los responsables del estudio que aconsejan “revisar las razones de estos acogimientos tan prolongados”.
Del mismo modo, consideran “muy sorprendente” la “escasa posibilidad de retorno familiar” del 92% de estos menores, que verán prolongar su estancia en el centro residencial hasta cumplir la mayoría de edad, según la recomendación de sus educadores. Por el contrario, sólo en un 7% de los casos atendidos se baraja la posibilidad del regreso a su unidad familiar y en un único caso su traslado a una familia de acogida.
En palabras de los autores del estudio, “está claro que el trabajo se realiza con una finalidad de mantenimiento en los hogares” en detrimento de los programas de reunificación familiar que “están ausentes, al menos en el trabajo de los hogares”, por lo que recomiendan revisar este sistema.
RECURSOS NO DEFINIDOS Pero lo que más preocupa a este equipo de psicólogos son las “muy habituales” transiciones entre hogares y residencias de los muchachos, en lugar de quedarse en un lugar fijo hasta su marcha. En su opinión, este hecho está relacionado con “la falta de una definición clara de recursos diferenciados y especializados que permitan decidir adecuadamente desde el principio el lugar idóneo para las necesidades que presenta cada caso”.
Precisamente, el estudio destaca que “sorprende” la estructura de acogimiento residencial puesta en marcha por la Diputación “en cuanto a su atomización en numerosas entidades colaboradoras de muy diferente peso” y por el “número de hogares y niños atendidos” en cada caso. Así, de las ocho entidades colaboradoras, algunas, como es el caso de Nuevo Futuro, se hacen cargo de seis hogares, mientras que otras intervienen únicamente en un piso.
Para los autores de la investigación, “esta complejidad no sería tan negativa si no fuera por la falta de definición clara de cada entidad o de sus hogares”. Hasta el punto de que se califica la red de acogimiento residencial como “un conjunto ciertamente desordenado de recursos, donde incluso a veces se plantea uno de ellos como especial (Centro Terapéutico de Urretxu) para encontrarnos luego con que su desempeño no obedece a los criterios que una especialización así requiere”.
Del mismo modo, consideran “contradictorio” y “extraño” que mientras el 60% de estos chavales realiza salidas periódicas al domicilio familiar y un 35% recibe visitas, en sus expedientes se mantenga que no es posible llevar a cabo un retorno definitivo a su unidad familiar.
maltratos y abusos Entre los casos que obligaron a alejar a los menores de sus progenitores, el informe destaca que en la mitad de los casos se dio algún tipo de maltrato físico, mientras que el abuso sexual se detectó en un 13% de los chavales, aunque no se descarta que la incidencia sea mayor. Por ello, se recomienda “desarrollar una terapia eficaz para ayudarles a superar las situaciones traumáticas”.
El estudio detecta igualmente un “elevado fracaso escolar” entre los menores (dos de cada diez están repitiendo curso), aunque aclara que se trata de algo habitual en chavales con esta problemática y apuesta por reforzar las ayudas al estudio y la práctica de actividades extraescolares y comunitarias debido a la “importancia” que tienen para garantizar su “integración social y laboral”.
Por último, el informe señala que un 22% de los chavales con 16 años o más está trabajando y que un 54% busca empleo, buena parte de ellos mientras realizan estudios de Formación Profesional. Para atender a estos últimos, el estudio recomienda desarrollar recursos que permitan que la búsqueda sea más efectiva.
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