EL ‘hajj’ es la peregrinación que realizan los fieles musulmanes a La Meca, situada a más de 4.500 kilómetros de Melilla, en Arabia Saudita, pero siempre presente en la mente de miles de ciudadanos que, al menos una vez en la vida, deben ir si sus condiciones de salud, personales y económicas se lo permiten – el viaje cuesta más de 3.000 euros – .

El pasado jueves partían de Melilla varios musulmanes que, a través de una agencia de viajes de Nador, llegaron a un país de casi dos millones de kilómetros cuadrados de extensión con un único objetivo: cumplir con el quinto pilar del islam.

Después de tres horas de cola en la frontera de Beni Enzar, viajeros y familia se dirigieron en caravana hasta la ciudad de Oujda, de donde partió el avión que, sin escalas, llegó hasta Arabia Saudita. Algunos, sin embargo, prefirieron ir en el autobús que la agencia de viajes había preparado para la ocasión.

Al llegar a Zaio se hizo un alto en el camino y los hombres rezaron en una mezquita de la zona. Mientras, las mujeres hacían lo mismo en el interior de los coches y los niños aprovechaban esos breves minutos para desentumecer las piernas tras varias horas de espera y enarbolar la bandera blanca fabricada de forma casera para la ocasión.

Una vez en el aeropuerto, los militares restringían el paso a familiares y amigos, dejando pasar a sus instalaciones únicamente a quienes debían tomar el avión a las 2.00 horas. Era entonces cuando la despedida se hacía inminente y a la alegría intrínseca de esta peregrinación se unía el temor de no regresar, puesto que cada año fallecen centenares de peregrinos debido al estrecho espacio existente.

Seis horas después de tomar el avión los viajeros llegaron a su destino, aunque aún les quedaban más de dos horas de autobús hasta llegar al hotel – apartamento en el que deberán cocinar y descansar cada día para desempeñar el duro trabajo que les espera para volver a primeros de año.

En La Meca circunvalarán la Kaaba – lugar en el que Abraham instituyó el comienzo de todas las religiones monoteistas – y beberán agua del Pozo de Zamzam, dirigiéndose después a Mina, – lugar que alberga la mezquita de Mahoma – . Posteriormente, partirán al monte Arafat, a 20 kilómetros de la ciudad santa y donde se dice que Mahoma pronunció su discurso final, regresando a Mina y de allí a La Meca, pasando por un lugar donde tiene lugar el ritual de apedrear tres pilares de mampostería que representan al diablo. El resto de rituales se realizan de nuevo en la ciudad santa hasta el fin de la peregrinación.