La sirga tridimensional de Melilla sí es lesiva
El Mundo, 11-12-2006Un camerunés tiene la muñeca rota, cortes y traumatismo abdominal tras intentar pasar la nueva valla fronteriza La sirga tridimensional provoca algo más que heridas leves. Y si no, que se lo pregunten al joven camerunés que en la madrugada del sábado de la pasada semana cayó sobre este entramado de cables de acero que se ha levantado entre las dos vallas de seis metros de altura que separan Melilla de Marruecos. El delegado del Gobierno, José Fernández Chacón, asegura que la sirga tridimensional es un sistema «no lesivo» y que, en la actualidad, lo único que provoca heridas a los inmigrantes que quieren pisar suelo español es la concertina de cuchillas que corona la doble valla.
Sin embargo, el subsahariano que logró entrar a Melilla afirma lo contrario postrado en la cama del Hospital Comarcal de la ciudad y conectado a una máquina de suero. Hace una semana que le hospitalizaron, justo un día después de entrar a la Ciudad Autónoma. Hoy le van a operar de la muñeca y, de momento, intenta buscar una postura para mitigar el dolor que le provoca el traumatismo del abdomen y la inflamación del tobillo. Por sus piernas y brazos se aprecian múltiples suturas que cosen los desgarros de la piel.
Se llama Alfred y afirma que está vivo de milagro. «No estoy muerto porque Dios lo ha querido», asegura. Recuerda que, en la madrugada del sábado, él y otros cinco subsaharianos decidieron saltar la doble valla por una zona que creían accesible, cercana al aeropuerto de Melilla, donde ya se ha levantado por completo la parte física de la sirga tridimensional, el proyecto que el Gobierno central ideó tras las avalanchas de inmigrantes durante el otoño de 2005 y que presentó como un sistema no lesivo y con garantías de que no pasarían inmigrantes.
Los seis inmigrantes se acercaron al perímetro y uno de ellos desistió de su intento. Los cinco restantes corrieron para escalar la primera valla de seis metros, cubierta en la base por una concertina de cuchillas. Comenzaron a escalar y Alfred afirma que escuchó los disparos de la guardia marroquí que custodia el perímetro. Él y otro compañero lograron llegar a la cima de la primera valla y fue ahí donde un fuerte impacto en el hombro, «creo que de una pedrada», le hizo tambalearse y desplomarse sobre el laberinto de cables de acero.
Asegura que en su caída sintió un agudo dolor en el abdomen, el tobillo y la muñeca. «Me quedé sin respiración por el golpe en el costado, pero tenía que seguir porque Marruecos es para mí la muerte». Así que continuó y, sin saber cómo, trepó por la tercera valla de seis metros y la saltó. Entre tanto, la concertina de cuchillas a ambos lados de la frontera le desgarró la piel de los pies, brazos y manos.
Pero, al final, él y otro compañero lo consiguieron. Cruzaron la frontera. «De los otros tres no sé nada, no sé si están vivos, heridos o muertos», afirma. Su compatriota se fue corriendo y fue localizado por la Guardia Civil en un barrio de la periferia de la ciudad con heridas leves. Él se quiso esconder en una casa cercana a la valla, pero «un perro me delató». El propietario salió y llamó a la Policía. Fue entonces cuando le trasladaron a Comisaría, de ahí al centro de internamiento para inmigrantes y un día después, el lunes, le hospitalizaron. Así lleva una semana, a golpe de calmantes y de suero, esperando que le operen de la muñeca. «Mi familia no sabe nada de esto y sólo deseo salir de aquí para hablar con ellos», dice.
El delegado del Gobierno asegura, por su parte, que posiblemente fue el entramado de cables lo que amortiguó la caída del inmigrante desde los seis metros de altura, porque si se hubiese desplomado en el suelo desde lo alto de la valla «el resultado podría haber sido peor». Por este motivo, destaca que quizá la sirga «fue lo que le salvó».
Para el presidente de Pro Derechos de la Infancia (Prodein), José Palazón, lo sucedido con este subsahariano «confirma lo que veníamos diciendo y que es más que evidente: la sirga es lesiva y puede llegar a ser mortal». Palazón recuerda el caso del inmigrante que el pasado 3 de julio «tuvo un desgarro intestinal y fue encontrado en la sirga» y «ahora ha pasado prácticamente lo mismo».
Palazón, además, añade que otro aspecto peligroso del sistema de vigilancia en la frontera es la actuación de los agentes marroquíes, «que disparan por la espalda a inmigrantes indefensos que están subidos a lo alto de una valla de seis metros. Disparan para matar, no para herir».
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