Derecho frente a la pobreza
La Verdad, 10-12-2006Hoy se conmemora el Día de los Derechos Humanos, cuya declaración tuvo lugar en 1948. Cincuenta y ocho años después de su promulgación por Naciones Unidas, la ONU ha dedicado la cita de 2006 para subrayar hasta qué punto la pobreza es, a la vez, causa y efecto de la conculcación de los demás derechos. La pobreza afecta a la salud y llega a poner en riesgo la propia vida, aleja a quien la padece del acceso a servicios básicos, lo destierra fuera del mercado de trabajo e incluso de los registros de ciudadanía o de la protección ante los tribunales. En el extremo, la pobreza propicia el esclavismo y el tráfico de personas, la explotación infantil, la conversión de mujeres y niños en objetos sexuales, o las levas forzadas en los conflictos bélicos.
Los países de nuestro entorno concentran los casos de pobreza en personas y familias que habitan en los barrios más depauperados o en zonas rurales abandonadas; entre los inmigrantes más recientes, las personas ancianas y las mujeres. Pero, a diferencia del renuente compromiso de los países desarrollados respecto al progreso material y cultural de las regiones empobrecidas del planeta, las sociedades europeas están en condiciones de ofrecer servicios sociales universalizados e incluso una renta mínima a cada ciudadano carente de ingresos distintos a la ayuda pública. La actuación no gubernamental en la atención a las familias que viven en la penuria, la labor desarrollada por los bancos de alimentos o el acogimiento social de las personas sin casa conforman una red de asistencia solidaria tan elogiable como limitada. Pero han de ser las instituciones las que concedan al ingreso mínimo rango de derecho ciudadano, se preocupen por que la información sobre las prestaciones sociales disponibles llegue también a quienes padecen situaciones de marginación, detecten los casos límite que soportan especialmente muchos ancianos y niños, y se aseguren de que el acceso a una alimentación suficiente, a la sanidad y a la educación sean realmente universales. Porque de la misma manera que la ONU ha concluido que en el mundo «los más pobres cada vez son más pobres», entre nosotros los más excluidos del bienestar tienden a alejarse de las posibilidades de integración social que debe ofrecerles una sociedad en buena medida opulenta.
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