Los inmigrantes copan ya tres de cada diez plazas en las unidades de elite del Ejército
Una cuarta parte de los foráneos alistados en las Fuerzas Armadas es mujer
La Razón, 10-12-2006Madrid – La presencia de extranjeros en las Fuerzas Armadas es cada vez más
significativa y nutrida. Prueba de ello es que el 30 por ciento del
personal de las unidades de elite procede de fuera de nuestras fronteras.
Con la profesionalización total de las Fuerzas Armadas (FAS), en 2001
surgieron los problemas de reclutamiento. Para intentar paliarlos, el
Gobierno abrió las puertas al ingreso de extranjeros, pero con
condiciones. Sólo podían ser el 2 por ciento del total de tropa y
marinería y únicamente podían entrar en cuatro unidades: Legión, Brigada
Paracaidista, Tercio de la Armada y Escuadrón de Zapadores paraidistas del
Ejército del Aire. Además, para alistarse tenían que venir de países de
habla hispana.
Pero estas medidas no acabaron de hacer frente al
problema. Con José Bono al frente del Ministerio de Defensa, el Gobierno
decidió ampliar el cupo de extranjeros hasta el 7 por ciento y abrir su
ingreso a más unidades. Ayudado por medidas económicas y mayor
estabilidad, logró que en poco más de un año ingresaran más de 5.000
efectivos en las Fuerzas Armadas, la mitad de ellos venidos de fuera.
Subida gradual
Desde esa reforma, acometida en
diciembre de 2004, la evolución del número de extranjeros en las FAS fue
gradual: en ese momento, sólo había 767 foráneos alistados, un 1,8 por
ciento del total; un año después, ya eran 1.174; en enero de este año ya
superaban los 2.500 y a día de hoy el total es de 4.064 inmigrantes.
Esta cifra supone que el 5,25 por ciento de los efectivos de las FAS es
extranjero. Este porcentaje es menor que en la sociedad civil, donde es un
8 por ciento, pero poco a poco se van aproximando.
Una cifra
especialmente significativa en brigadas como la Legión y los
paracaidistas, las dos unidades punteras del Ejército, donde ya
constituyen casi el 30 por ciento de sus soldados, algo provocado por el
hecho de que fueran las primeras unidades en admitir extranjeros y las
campañas de captación. Su presencia en estas dos brigadas se extiende ya
desde los puestos de oficina hasta las compañías que primero parten a una
misión.
De esos 4.064 extranjeros, 767 son mujeres, casi una
cuarta parte de los foráneos. Los países que más soldados aportan son
Ecuador, Colombia y Bolivia, y los que menos, Guatemala, Costa Rica y
Honduras.
El ingreso de un extranjero en las FAS está regulado de
manera que sólo puede entrar si previamente ha logrado un permiso de
trabajo para España.
Para empezar, firman un compromiso de tres
años. Durante ese tiempo, si quieren, pueden comenzar a tramitar la
obtención de la nacionalidad española.
En esta línea, la
Ley de Tropa y Marinería recoge que «a los extranjeros que hayan
solicitado la adquisición de la nacionalidad española y cumplido los 6
años de servicios se les podrá ampliar el compromiso hasta un máximo de 3
años, sin que en ningún caso puedan suscribir el compromiso de larga
duración hasta adquirir esta nacionalidad». Una vez lograda pueden firmar
ese compromiso y aspirar a las escalas de suboficial y oficial.
Una
profesión con ventajas
Ser inmigrante e ingresar en el Ejército
es una buena opción si lo que se persigue es tener una vida estable en
España con todas las garantías legales. Tiene sus ventajas, no sólo para
la renovación del permiso de residencia, sino también para conseguir
reagrupar a la familia que se ha quedado en el país de origen y conseguir
la nacionalidad española. Renovar la residencia exige requisitos que
cualquier soldado profesional podría acreditar, como son no ausentarse del
territorio español durante más de seis meses de forma continuada, carecer
de antecedentes penales y haber cotizado a la Seguridad Social un mínimo
de 180 días al año. Traerse a la familia también es fácil. La
Administración exige demostrar medios económicos suficientes, y un soldado
puede hacerlo porque «haber cotizado en la Seguridad Social en la función
pública se considera una garantía suficiente», dicen expertos en
inmigración de la Confederación Española de Policía.
A la hora de obtener la nacionalidad, que un iberoamericano tarda en
tramitar dos años (10 para el resto de extranjeros), la pertenencia al
Ejército avala por sí sola su arraigo social en España y los medios de
vida suficientes que se exigen por el contrato fijo del que disponen.
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