Glod

VIAJE A LA CUNA DE «BORAT»

El Mundo, 10-12-2006

Los irreductibles rumanos contra Hollywood. Glod es una aldea escondida entre los Cárpatos que nunca hubiera pasado a la historia si una parte de ese esperpento cinematográfico titulado Borat, y que está arrasando en las taquillas de todo el mundo, no se hubiera rodado allí. Cuando los 1.580 habitantes del poblado – en su mayor parte de etnia gitana – vieron en la pantalla el resultado de lo que los productores Sacha Baron Cohen y David Puttnam, de la Twentieth Century Fox, les habían vendido como un guión serio. Cuando se enteraron de que en Borat aparecían caracterizados como violadores, antisemitas, prostibularios, xenófobos, bebedores de orina de vaca y, en lo referido a las mujeres, que sólo practicaban el sexo oral, decidieron pedir 300 millones de euros como indemnización por daños morales. No lo consideran demasiado, ya que Borat recaudó en EEUU 109 millones de dólares en solamente una semana.


El periodista llega a la Alcaldía de Glod a primera hora de la mañana. Iordan Constantin, alcalde desde 1990, cuenta cómo se creó el pueblo en 1920: «Vasile Bolnavu, un terrateniente cuyo apellido se podría traducir como El Enfermo, necesitó mano de obra durante aquel verano, y se trajo ocho familias gitanas. Por supuesto, no somos como se nos pinta en la película. Tenemos una escuela donde se educa a 320 niños, ordenadores, conductos de gas natural y una fábrica de embotellado de aguas minerales».


Los gitanos de aquí no hablan más que rumano y su patriarca, Staicu, pertenece al partido socialista: «Esta semana – protesta – han venido aquí más de 200 periodistas europeos, americanos, japoneses… Estoy harto. Sólo os concedo una entrevista si me dais 300 euros». Pero un trago de tzuica, el aguardiente local, le ablanda la avaricia.


La batalla legal la han iniciado dos gitanos, Nicolae Todorache y Spiridom Ciorebea: «Grabaron en nuestra aldea engañándonos, diciéndonos que era un documental, y de repente nos vemos como actores en todo el mundo. La película tiene fuertes connotaciones raciales y sexuales, y nos humillan sacándonos como si fuéramos unos neardenthales tontos y perdidos, violadores que viven con sus vacas en los dormitorios».


También el ministro de Exteriores de Kazajstan – el cómico británico Sacha Baron Cohen interpreta en Borat al «mejor reportero de Kazajstan», ex república soviética – está enfadado. Ha sido uno de los mayores impulsores de que Sacha Baron reciba el discutible honor de ser declarado allí persona non grata y de que en el país hayan prohibido – con Rusia – el estreno de la cinta.


El aldeano Luca Tigaciul recibió 15 euros y dos pócimas de tzuica por prestar su casa para la mayor parte de lo rodado en Glod. A los actores la productora también les pagó con un cerdo vivo. Se conoce que el glamour lo reservan para Hollywood. Pero que la Twentieth no se relaje con este paleto. Él y los otros demandantes han conseguido los servicios del abogado norteamericano Edward D. Fagan, el mismo que consiguió que la banca suiza indemnizara a las víctimas del Holocausto con 7.700 millones de dólares por su connivencia con los nazis.


De nada ha servido que Gregg Brilliant, representante de la productora de Borat, agasajara al pueblo con casi 4.500 euros y ocho ordenadores para la escuela como recompensa por participar en el filme. El director del colegio, Cobianu Avram, sí que está encantado con los ordenadores y lleva al reportero a verlos… encerrados bajo dos candados en el almacén.


Algunas de las flamantes estrellas de Borat están haciendo su agosto al margen de las demandas judiciales. Ya no se dedican a las limitadas fuentes de ingresos del pueblo: recogida de frutas, plantas medicinales que exportan a través de una empresa italiana, canteras… Ahora son profesionales de la entrevista que cobran sustanciosas sumas a los reporteros de todo el mundo. Hoy, el pueblo rumano más famoso del mundo. Y uno de los pueblos más cabreados, también.

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