Su problema es que todo pensante exterior está de acuerdo; pero ningún político. Yossi Woltson, portavoz de una ONG israelí de derechos humanos, lo ha expresado muy claro: «Su política se basa en una ideología racista». Todo se apoya en razones demográficas: desde 1948, en Israel; desde 1967, en los territorios ocupados. Si se deniegan las reunificaciones familiares, es para impedir una mayoría palestina entre el Jordán y el mar. La destrucción de los vínculos sociales y familiares – racismo – es lo más conveniente para el crecimiento de Israel. Eso lo dice un activista de su raza. La masacre en Gaza ha sido condenada, más o menos, internacionalmente. Nadie, por poca memoria que tenga, y menos si es israelí, puede aprobar tales conductas. Hasta que llegó Hamas, a Palestina se pretendía dificultarle la vida. Ahora se busca el caos.