Sarkozy reduce la inmigración en Francia por primera vez en 10 años
La nueva ley ha dificultado la concesión de asilo y la reagrupación
La Razón, 06-12-2006PARÍS – Mientras en todos los países europeos el número de inmigrantes
aumenta progresivamente, Francia consiguió invertir la estadística en 2005
y entregar menos permisos de residencia que el año anterior. Un fenómeno
que se explica por la mayor severidad del Gobierno de centroderecha en
este capítulo, con el impasible ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, al
frente.
Tras crecer hasta un 21% en 2000 y un 6% entre 2002 y 2004,
el número de extranjeros que se instaló en Francia (186.918) disminuyó un
2,57% en 2005, según un informe presentado ayer en un comité
interministerial sobre inmigración. El Gobierno considera que este cambio
de tendencia, el primero en los últimos diez años, obedece a las leyes
para el control de los flujos migratorios adoptadas en 2003. Un compendio
de medidas que ha dificultado la concesión del asilo y endurecido los
criterios para obtener el documento de residencia por motivos familiares o
de estudios.
«Francia se ha convertido en más selectiva con los
extranjeros que quiere acoger», resumió ayer el diario conservador «Le
Figaro». Un análisis en consonancia con el lema en inmigración de Sarkozy:
«Sí a una inmigración elegida y no a una inmigración sufrida».
Las autoridades galas prevén que el número de inmigrantes que llega a su
territorio siga descendiendo en los próximos años, a tenor de la última
ley sobre inmigración, aprobada este año, más dura todavía que las
aprobadas previamente durante la legislatura. El número de extranjeros que
se instalaron en Francia disminuyó en todos los ámbitos: por razones
familiares, profesionales o de estudios. El grueso de la inmigración
francesa proviene de los países de África y suele invocar derechos como el
reagrupamiento familiar, al tratarse de parientes de otros extranjeros
legalmente establecidos o el matrimonio con un cónyuge galo.
Dichas estadísticas sólo se refieren a la inmigración regular. Pero en
materia de lucha contra la versión clandestina, las cifras son todavía más
contundentes. Bajo el impulso personal de Sarkozy, el número de
expulsiones de «sin papeles» se multiplicó en Francia por dos, hasta
llegar a los 20.000 del pasado año.
Coordinación en la UE
En materia de inmigración, Sarkozy mostró recientemente su desacuerdo con
la política de regularizaciones masivas del Gobierno español. El líder del
centroderecha galo pretende que la UE prohíba este tipo de medidas y que
los países miembros sean capaces de coordinar una única política de
inmigración.
A pesar de sus diferencias internas, todo el
centroderecha francés es contrario a la entrega de papeles a los
inmigrantes indocumentados residentes en territorio galo. Cuando el
Ejecutivo español anunció la legalización de cientos de miles de
extranjeros sin permiso de residencia, el hoy primer ministro, Dominique
de Villepin, criticó públicamente que dicho proyecto no hubiese sido
consultado con otros países vecinos, como Francia.
La candidata
presidencial del Partido Socialista, Ségolène Royal, cambió de discurso en
su gira por Oriente Medio tan pronto como cambió de país. Si en Líbano
justificó su reunión con Hizbulá porque se trata de un movimiento que
cuenta con diputados elegidos «democráticamente», nada más llegar a Israel
calificó a Hamas, partido mayoritario en los territorios ocupados según
las últimas elecciones, como una organización «terrorista». Tras la
polémica sobre su supuesta tibieza frente a un parlamentario de Hizbulá
que tildó a Israel de «nazi», Royal mostró su decidido apoyo a Israel,
tras entrevistarse con el primer ministro, Ehud Olmert. La dirigente
encontró «justificado» el muro de separación con Cisjordania, justificó
los vuelos de aviones militares israelíes sobre el sur de Líbano y volvió
a pronunciarse en contra del permiso a Irán para contar con energía
nuclear, aunque sea para fines civiles.
(Puede haber caducado)