HOY. Quito. ECUADOR
Migración y delincuencia
Prensa Latinoamericana, 05-12-2006En un artículo anterior, sostuve que si no se renueva la ATPDEA, los ecuatorianos podríamos dedicarnos aún más a la comercialización y producción de narcóticos e incluso considerar al cultivo como una alternativa; y concluí que esto podría llevar al auge del mercado negro, que promueve la violencia y la corrupción. Un lector me escribió refutando mi comentario, afirmando que “los ecuatorianos prefieren arrancarse de su país y de sus familias y vivir en el exterior, pero ganándose el pan legítimamente, sin caer en la actividad ilícita”. Me convenció más la historia del lector que la mía. Lo interesante, sin embargo, es que ambas conducen al mismo destino: mayor violencia y delincuencia.
A mediados de año, hubo una campaña en el país por una lucha más eficaz contra de la delincuencia. ¿De dónde surgió tal esfuerzo? Sería lógico pensar que nació de una percepción de mayor inseguridad ciudadana. En virtud del desconcierto y los reclamos, se creó la Subsecretaría de Seguridad Ciudadana, que fracasó rotundamente. Es que no se puede tapar el sol con un dedo. Pensar que tal despacho iba a solucionar el lío delincuencial es una demostración de ingenuidad, por decir lo menos.
Los reclamos masivos, aunque no solucionaron el problema, sí sirvieron como una demostración de la preocupación ciudadana por la creciente inseguridad. Si la delincuencia efectivamente estaba aumentando, cabe preguntarse cuáles eran sus causas. Una precaria situación económica, dónde no se generen plazas de empleo, sin duda lleva a más delincuencia. Pero aquel no era el caso, pues la economía ecuatoriana ha atravesado un período de crecimiento en los últimos años. Bien pudo haber sido que se habían graduado más delincuentes de las universidades del crimen que son las cárceles del país o también que la ya ineficiente y corrupta justicia penal se había empeorado aún más. Pero así como estas verdaderas causas de la delincuencia nacional no han sido centro de ninguna acción correctiva, tampoco hay motivo para pensar que su situación se agravó significativamente.
¿Dónde, entonces, está la fuente del conflicto delincuencial? El economista Steven Levitt ha documentado la interesante relación entre la reducción de la tasa delincuencial en los EEUU y la legalización del aborto en 1973. Al inicio de la década de los noventa, después de haber crecido 80% en los últimos 15 años y justo cuando los expertos preveían días peores, la actividad criminal disminuyó rápida y considerablemente. ¿No será que existe una relación similar entre nuestra tasa migratoria y la delincuencial? Si queremos reducir la delincuencia, habrá que empezar por promover el empleo legal. Así no solo se impedirá el progreso del mercado negro, sino que, más importante aún, se evitará que más ecuatorianos sigan migrando a tierras de mayores oportunidades y que sus hijos, carentes de amor y guías, terminen traficando droga o cometiendo actividades criminales para, con esos ingresos, poder consentir sus comprensibles vicios.
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