EL ZOO DEL SIGLO XXI / JACKIE ARKLÖV
El neonazi negro de Suecia
El Mundo, 05-12-2006A pesar del color de su piel, fue miembro de un grupo ultraderechista y luchó en la Guerra de Yugoslavia, por lo que es el primer ciudadano sueco procesado por crímenes de guerra Nadie se explica todavía cómo este sueco de origen africano pudo llegar a simpatizar con el movimiento neonazi, y menos aún cómo pudo ser aceptado en el Frente Nacional Socialista, una de las principales organizaciones de la extrema derecha sueca. ¿Daltonismo o ignorancia? Durante la última década, Jackie Arklöv ha acaparado más titulares en los medios de comunicación de Suecia que la familia real, y eso que la vida amorosa de la joven princesa Madelaine es el tema favorito de la prensa sensacionalista de este país nórdico.
Liberiano de nacimiento y adoptado por una familia sueca cuando tenía tres años, Arklöv se crió en Storuman, una pequeña población del norte de Suecia. Al llegar a la adolescencia era un joven rebelde e inadaptado con un interés casi enfermizo por la II Guerra Mundial y por la parafernalia nacionalsocialista.
Después de cumplir el servicio militar en los cuerpos de élite del Ejército sueco, viajó a Marsella para alistarse en la Legión Extranjera francesa. Su gran anhelo era combatir en una guerra, sin importarle cuál. Entonces tuvo una idea mejor: alistarse como voluntario en la HVO, la milicia bosnio – croata, para luchar contra el Ejército musulmán de Bosnia – Hercegovina. «Tenía una necesidad perversa de entrar en combate», explicó años más tarde.
Al terminar el conflicto, Arklöv fue acusado de crímenes de guerra por un tribunal bosnio y condenado a 13 años de prisión. El sueco, como fue apodado por sus víctimas, admitió más tarde haber torturado a decenas de prisioneros, incluidas mujeres, en los campos de concentración de Gabela y Grabovina. En una ocasión, durante un interrogatorio a prisioneros civiles en un pueblo bosnio, Arklöv metió la punta de su fusil en la boca de una mujer embarazada, madre de dos niños pequeños. «Te voy a sacar ese niño de las tripas y luego vamos a matar a tus hijos», le espetó antes de golpearla, según el testimonio de la propia madre.
Una de sus formas de tortura favoritas consistía en golpear a los prisioneros con la hebilla de su cinturón, en la que brillaba el siniestro emblema de las SS. «Surgió una especie de paranoia por interrogar a los prisioneros sobre los próximos ataques enemigos. El asunto se nos fue de las manos y acabamos torturando sin motivo», confesó durante el juicio.
Sin embargo, según su testimonio, mantuvo en todo momento un cierto autocontrol que le impidió llegar a asesinar a sus víctimas. «Nunca intenté matar a ninguna de las personas a las que golpeé. Paradójicamente, uno tiene un cierto límite, incluso en esa situación».
Después de pasar un año en una cárcel de Bosnia, Arklöv fue puesto en libertad en virtud de un intercambio de prisioneros organizado por la Cruz Roja y regresó a Suecia. A su llegada a Estocolmo, fue detenido por la Justicia sueca para ser juzgado de nuevo, pero poco después salió por falta de pruebas.
Fue entonces cuando se integró en una organización neonazi sueca recién creada: el Ejército Republicano Nacionalista. El currículum de Arklöv impresionó tanto al líder del grupo, Tony Olsson, que éste decidió pasar por alto el pequeño detalle de su color de piel.
En 1999, asaltó un banco junto a Olsson y otro miembro del grupo ultraderechista, y en la huida se produjo un tiroteo en el que murieron dos policías. Los tres delincuentes fueron detenidos más tarde y condenados a cadena perpetua. Dos años después, Arklöv confesó a un periodista que fue él quien disparó a los agentes.
El testimonio de varias víctimas permitió reabrir el juicio por crímenes de guerra contra Arklöv el mes pasado. Para entonces, después de pasar siete años en la cárcel de máxima seguridad de Kumla, había renunciado a su ideología neonazi y había estudiado sociología. Durante el juicio, que ayer quedó visto para sentencia, se declaró culpable de buena parte de los cargos que le fueron imputados. «Quiero confesar todo lo que he hecho para dejarlo atrás de una vez», aseguró al tribunal. «Cuando se vive en una cultura marcada por la violencia y la brutalidad, uno intenta reprimir el sentimiento de culpa», añadió.
Pese a estar cumpliendo cadena perpetua, probablemente será condenado a un máximo de 10 años de cárcel por crímenes contra la Humanidad cuando se haga pública la sentencia, dentro de dos semanas.
LO DICHO Y HECHO
«Cuando se vive en una cultura marcada por la violencia y la brutalidad, uno intenta reprimir el sentimiento de culpa»
1973: Nace en Liberia. 1976: Es adoptado por una familia sueca. 1993: Se alista como voluntario en la milicia bosnio – croata HVO y combate en la Guerra de Yugoslavia, donde tortura a decenas de prisioneros, incluidas mujeres. 1995: Es condenado a 13 años de prisión en Bosnia, pero un año después queda libre y vuelve a Suecia. 1999: Roba un banco junto a otros dos neonazis y asesina a dos policías, por lo que los tres son condenados a cadena perpetua. 2006: Es procesado por crímenes contra la Humanidad. La sentencia se hará pública dentro de dos semanas.
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