La Otra Orilla. Único testigo
"Una generación nacida durante la ocupación ha perdido el miedo, sale cada día a las calles y grita libertad. Por eso, Marruecos les ofrece morir, huir a Mauritania o embarcarse hacia Canarias"
Canarias 7, 30-11-2006
Las Palmas de Gran Canaria
Un niño de 11 años fue el único testigo del naufragio de dos pateras cargadas con 44 jóvenes saharauis, entre 13 y 35 años, que zarparon la madrugada del sábado desde una playa de Cabo Bojador con la intención de llegar a Canarias.
El pequeño también iba a embarcar en esa noche fría, ventosa, de mar agitada, pero su hermano, en un rasgo de lucidez que terminó por ser definitivo, se lo impidió. Ahora el chico vive, su hermano es uno de los 14 cadáveres devuelto por las olas a las arenas de Bojador. Este único testigo, vio alejarse al menos a dos barcas – algunas ong dicen que fueron tres – y vio cómo el mar se las tragaba. Corrió hasta la extenuación para dar con la primera casa y alertó de lo ocurrido.
Decenas de familiares que viven cada día con la espada de Damocles de enterarse que su hijo ha sido detenido, torturado, apaleado, tirado al desierto o hasta a un cubo de basura, se precipitaron a los hospitales de El Aaiún para confirmar sus peores presagios. Los tres primeros enterramientos fueron este lunes. Entre ellos, el cuerpo del hermano del niño milagro. Decir que él ha sido el único testigo sólo es una sinécdoque. En realidad, todos lo somos, como habitantes de estas islas y quienes nos gobiernan, esa tropa de representantes públicos que hoy viaja con empresarios a Agadir, demasiado lejos para velar a los infelices.
Desde mayo pasado, la situación del Sahara ha empeorado notablemente. Una generación nacida durante la ocupación ha perdido el miedo, sale cada día a las arenosas calles y grita libertad. Por eso, la gendarmería marroquí les ofrece tres posibilidades: morir, huir a Mauritania o embarcarse hacia Canarias. Si consta que la s playas del Sahara están custodiada por gendarmes a cada kilómetro, equipados con prismáticos de visión nocturna y radares, ¿cómo es que salen ahora tantas pateras con hijos del desierto? Hay que hacer mucho más. Protestar y combatir esta limpieza tan sutil que nos parece lejana, cuando en realidad estamos tan cerca que podríamos oir cada porrazo. Ocurre sólo a 100 kilómetros, frente los 600 entre El Hierro y Lanzarote.
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