«La inmigración es un elemento positivo, pero puede convertirse en un problema si no se trabaja adecuadamente. Cuando hace cuatro años empezamos a hablar de la inmigración la gente se preguntaba cómo iba a llegar hasta Donostia, pero sólo hay que salir a la calle para comprobar que es una realidad. En San Sebastián el pico de población está entre los 20 y los 30 años, pero entre los 10 y los 20 la población se reduce a la mitad. Eso significa que en pocos años nos encontraremos con que no tenemos gente para incorporar al mercado de trabajo, y en vivienda habrá una disminución importante de solicitudes. Es seguro que vendrá mucha población inmigrante para cubrir los trabajos no cualificados, y este paso se va a producir en un corto espacio de tiempo. No hay más que ver la hostelería donostiarra o la atención domiciliaria, con mucha gente de fuera que ha llegado en los dos últimos años. Desde el Plan estratégico llevamos años avisando de esto, pero me da la impresión de que aún no nos hemos preparado lo suficiente para este crack, este corte de población que se va a dar de forma inminente. A este problema se le une que cada vez hay más personas mayores en Donostia y que en los próximos años necesitarán atención, lo que se convertirá en un nuevo reto para la ciudad».