La ansiada herencia del indiano ceutí

Los bisnietos de Miguel Márquez Box, que hizo una gran fortuna en la

La Razón, 28-11-2006

Ceuta – Convertida por obra y gracia de la globalización en polo de
atracción de inmigrantes desde hace menos de dos décadas, Ceuta también
fue, siglo y medio atrás, punto de partida en busca de una vida mejor al
otro lado del Atlántico para sus habitantes. En el siglo XIX la mayor
parte de los españoles emigraban a América en un flujo constante desde su
descubrimiento, que se agudizó tras las guerras de independencia.
   Entre los nuevos Estados, Argentina, México, Brasil y Cuba fueron los
principales países receptores de emigrantes, naciones donde todo estaba
por hacer y las oportunidades para hacer negocios eran muy grandes. Miguel
Márquez Box fue uno de los ceutíes que se aventuraron a «hacer las
Américas» antes de que, en 1932, los países americanos cambiaran su
política de acogida tras la crisis económica de 1929.
   Ciudadano emprendedor
   Bautizado el 3 de julio de
1830 en la muy caballa parroquia de Los Remedios por sus progenitores,
ceutí él y valenciana ella, el emprendedor ceutí se estableció primero en
México Distrito Federal y después en California, donde labró un «fortunón»
en la industria naviera, entre otros sectores.
   En su periplo
contrajo matrimonio con una «noble» mexicana cuyas propiedades
contribuyeron sin duda a aumentar el patrimonio familiar, que en su
testamento Márquez decidió legar a sus herederos en España, radicados en
Valencia (sobre todo) y en la ciudad autónoma.
   Aproximadamente
en 1915, cuando muere, y de acuerdo con la legislación mexicana al
respecto, se abre un testamento que recoge una «amplia y detallada» lista
de bienes, terrenos, fincas y otras propiedades sin destinatario conocido.
Para localizarlo, la prensa ceutí (supuestamente «El Faro de Ceuta»,
decano del periodismo escrito en la ciudad autónoma) publicó casi 20 años
después, en 1936, varios edictos en los que una notaría mexicana informaba
de las indagaciones en curso para localizar herederos de Márquez.
   A punto de cumplirse un siglo de su fallecimiento, el abogado
valenciano Santiago Herrero pasó esta semana por Ceuta en busca de ese
edicto, donde esperaba encontrar los datos precisos para localizar la
notaría donde se encuentra el testamento de Márquez y conseguir que, por
fin, sus herederos (en este caso bisnietos caballas del «indiano» ceutí,
sus clientes) reciban lo que les corresponde tras años pensando que lo del
abuelo mexicano «era una leyenda».
   Hasta la fecha, Herrero
ha conseguido hilvanar todos los cabos sueltos que se han referido
previamente sorteando las dificultades de un país donde la burocracia es
un laberinto sin fin. «De hecho», comenta el letrado, «ni siquiera sabemos
con certeza si su segundo apellido era Box o Boj».
   No ha
ayudado mucho a deshacer el entuerto el hecho de que en México el sonido
«j» se escriba también con «x»; el que los Registros civiles mexicanos no
estén informatizados o que sólo en el Distrito Federal haya más de un
centenar diseminados por una ciudad con más de 20 millones de habitantes,
que ha medrado a costa de los estados limítrofes, como Cuernavaca o
Guanajuato, donde también podría encontrarse el testamento del ceutí.
   Problemas burocráticos
   «Cada registro y cada
Estado tiene sus propias normas y formas de trabajar, a veces no muy
fáciles de entender», lamenta Herrero, que tras naufragar en su primera
intentona en la hemeroteca de este periódico planea un nuevo viaje a la
Biblioteca Nacional para dar con el ansiado anuncio.
   Para el abogado
de los familiares del ceutí, «ahí está la clave, pero aún dando con él
sólo sería el primer paso para recuperar la herencia: después habría que
determinar qué propiedades o negocios han pasado a manos del Estado o de
otras personas (en México la legislación no es tan restrictiva como en
España, por lo que las propiedades no se pierden tan rápidamente como aquí
si no hay herederos), venderlos y traer el dinero aquí».
   ¿Cuánto? Eso también es una incógnita. Según Herrero, desde el país
azteca le han asegurado que el testamento es «considerable» pero tampoco
existe seguridad al respecto: «Podemos estar hablando de decenas de
fincas, pero también pueden estar dentro de espacios protegidos por el
Estado o en emplazamientos sin valor alguno…».
   

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