Despedida sangrienta

La Policía de Nueva York acribilla a balazos a tres jóvenes que festejaban la inminente boda de uno de ellos, muerto en la refriega

Diario Sur, 27-11-2006

TEXTO:/MERCEDES GALLEGO / FOTO: AP / NUEVA YORK
A las 5 de la mañana del día de su boda, Nicole Paultre, de 22 años, se encontraba el sábado en la sala de Urgencias del hospital Jamaica, en Queens (en Nueva York), preguntándose si el padre de sus tres hijas sobreviviría para llevarla al altar. Cinco horas después, los médicos le enseñaron el cadáver. Sean Bell, un afroamericano de 23 años, había fallecido después de que la Policía pusiera fin a su despedida de soltero a la puerta de un club de ‘streeptease’ con 50 disparos.

«Se suponía que hoy iba a ser el día de su boda, no el de su muerte», sollozaba Oniaja Shepherd, la tía del novio que iba a ser enterrado. El padre del joven observaba perplejo, con los ojos hinchados, el sol que brillaba el sábado. «¿Mira qué día! – murmuraba – . Hubiera sido un día precioso», sentenció.

La tragedia de Bell empezó al elegir el club Kalua, que estaba bajo vigilancia policial por prostitución y tráfico de drogas. Una detective disfrazada bailaba en la pista, mientras cinco policías de paisano la cubrían en un coche aparcado fuera. Bien entrada la madrugada, la detective escuchó a una de las bailarinas decir que alguien tenía una pistola. Salió e informó a sus compañeros.

A las 4, una pelea entre dos grupos en la puerta. Según el comisionado de Policía, Raymond Kelly, Bell dijo a sus amigos: «¿Vamos a joderlo!». Uno de sus colegas, Joseph Guzmán, que también resultó herido en el altercado, le secundó: «Eh, tú, ve y tráeme mi pistola». La pelea se resolvió sin tiros y los dos grupos se disolvieron.

Dispararon a quemarropa

La detective siguió a Bell y tres de sus amigos hasta un Nissan de color plateado, pero a la manzana se estrellaron precisamente contra el monovolumen negro donde se escondía la agente. Bell dio marcha atrás y chocó contra la persiana de metal de un comercio. Metió la directa y volvió a embestir el coche policial de incógnito. Fue entonces cuando los agentes salieron, pistola en mano, y dispararon a quemarropa hasta agotar los cargadores.

Uno de ellos hizo 31 disparos, cifra que recuerda los 41 balazos que recibió el emigrante guineano Amadou Diallo en 1999, en otro caso de abuso de fuerza policial que desató chispas entre la comunidad negra. La Policía niega que se trate de un caso de racismo, y aduce que dos de los cinco agentes involucrados son negros, uno hispano y dos blancos. Bell falleció en el hospital, donde dos de sus amigos se encuentran en estado crítico. Un tercero se dio a la fuga. No se ha encontrado ningún arma.

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