La consejera de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno de Canarias, Marisa Zamora, explicó ayer que, mientras en los dos últimos años el desempleo entre los españoles residentes en el Archipiélago ha descendido un 5 por ciento, el paro entre los extranjeros ha aumentado un 26 por ciento. “Esta situación crea frustración en la población inmigrante que no tiene apoyo ni redes familiares que la sustenten y tiene la presión de mandar dinero a sus familias”, apuntó.

Zamora resaltó que esa misma frustración se observa en los casi 1.000 menores extranjeros no acompañados que acogidos en la red de centros de protección del Gobierno de Canarias y de los cabildos. Al respecto, sostuvo que los menores que llegan a las Islas, tras una travesía larga y difícil por el desierto y el Atlántico, reflejan en sus miradas la madurez del que ha sentido mucho miedo y de saberse la esperanza de una familia. “Llegan con la esperanza de trabajar y se encuentran con que el sistema laboral no se lo permite”, añadió.

Situación límite.- Zamora también afirmó ayer que la situación de acogida de menores en Canarias está al límite, destacó que en algunos centros hay más de un centenar de chicos de distintas nacionalidades, y aseguró que tanto los menores como el Gobierno de Canarias esperan a que el Ejecutivo central cumpla con los compromisos adquiridos.

Marisa Zamora se manifestó en estos términos durante la inauguración de las Jornadas Juventud e Inmigración, que se desarrollarán hasta el 24 de noviembre en la Universidad de La Laguna y en la que se analizarán la realidad de los jóvenes inmigrantes, se reflexionará sobre las políticas de juventud y se debatirán, entre otros asuntos, los modelos de intervención en las políticas de juventud e inmigración.

Tristeza y dolor.- Durante el acto, Zamora afirmó que las Islas están ya “muy cansadas, tristes y doloridas de ver cada día la llegada de inmigrantes clandestinos y de observar su desorientación por no saber qué les espera”, y criticó el “puro mercantilismo” de las mafias que trafican con seres humanos, hecho que calificó de deleznable, “más aún cuando se trafica con niños”. Por ello, expresó su deseo de que la comunidad internacional y los organismos que defienden el derecho de un niño a criarse con su familia “denuncien de una vez por todas y sin ambages este tráfico despreciable”.