El estallido de la granada

Apenas aparecen fogonazos en los noticieros sobre África

Diario Sur, 23-11-2006

ÁFRICA. Qué nombra la palabra África. África sigue siendo en gran medida una corteza que contiene un mundo desconocido en el que no queremos adentrarnos. Como antes, cuando los primeros viajeros, África sigue rodeada por islotes y una selva impenetrable desprovista de una red de caminos como nosotros los concebimos. «Sólo por una convención reducionista, por comodidad, decimos África», explica Kapuscinski en ‘Ébano’, una fantástica manera de adentrarnos en ese continente que integra numerosos mundos. Conrad se adentró navegando por el río Congo y trasladando sus vivencias e inquietudes en ‘El corazón de las tinieblas’. José Naranjo acaba de publicar ‘Cayucos’, un viaje siguiendo – al revés – la estela de las embarcaciones que buscan huecos en esta otra corteza: la que rodea a Europa. África. La hermosa, viva, hospitalaria, salvaje, cruel, desconocida África.

Apenas aparecen fogonazos en los noticieros sobre África. El avance atroz del sida en Malawi, la negativa del gobierno sudanés a una intervención internacional que frene las matanzas en el sur, quizá destellos de las inundaciones en Somalia y Kenia. Un poco de Guinea Ecuatorial a raíz de la visita de Obiang (debería darnos vergüenza no saber si quiera situarla en los mapas). Y ahora las elecciones en la República Democrática del Congo. El Congo con su oro y sus diamantes – comercializados en Bélgica – y sus guerras y su Mobutu y Kabila padre y Kabila hijo y por fin unas elecciones. A dos vueltas. Y se abren heridas aún no cicatrizadas. África entrevista últimamente en el “El jardinero fiel” de Fernando Meirelles o en “Hotel Rwanda” de Terry George. África como es, ese hervidero, esa luz, esas sonrisas, esos interminables barrios de chabolas.

Y de repente la segunda vuelta de las elecciones en el Congo, y la victoria de Joseph Kabila y los enfrentamientos entre sus partidarios y los de Bemba, el otro candidato con mayor tirón en Kinshasa, la capital, y de golpe la cobertura de la noticia, y se aparta la periodista para mostrarnos imágenes, y se ve un coche en llamas, un hombre corriendo, y el motivo de este artículo: dos hombres golpeando a una mujer desnuda. Punto. Podría terminarse aquí el artículo, qué más decir. La terrible constatación de que esa imagen vale más que mil discursos. La mujer cae pero consigue levantarse, a pesar de que los golpes no cesan, su piel desnuda en mitad de la calle, en mitad de los golpes justo ahora que se celebra, este sábado, el día internacional contra la violencia de género. La mujer en la guerra de los Balcanes, en el corazón de los adolescentes malagueños, una posesión que conmigo o con nadie, un bulto bonito en el asiento de al lado. Una granada que nos estalla en las manos, como África, expoliada como África.

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