Los democristianos se preparan para formar otra gran coalición en Holanda
El Mundo, 23-11-2006Con el 100% del voto escrutado, el partido de Balkenende sigue siendo el mayoritario, aunque afronta una larga tarea para construir Gobierno Los democristianos seguirán gobernando Holanda, aunque probablemente les espera una larga negociación para formar una coalición de futuro incierto y amplio espectro ideológico. Según los resultados con la mayoría del voto escrutado, el partido del primer ministro, Jan Peter Balkenende, logró sobrevivir una vez más a su muerte.
Tras la convocatoria de elecciones anticipadas por la caída de la frágil coalición de centroderecha en medio de una ola de impopularidad, Balkenende, quien ya ha presidido dos colapsos de gobierno, consiguió recuperar ayer la confianza de su electorado, aunque sus apoyos tradicionales no le bastarán para gobernar.
Los resultados totales provisionales comunicados por la Comisión Electoral dieron a los democristianos 41 escaños, frente a los 32 de sus opositores laboristas (tenían 44 y 42, respectivamente). Los socialistas, de la izquierda más radical antieuropeísta, han sido los más beneficiados de sus bajadas, con un aumento de 9 a 26 diputados, y pueden tener así la llave del futuro Ejecutivo de amplia coalición. Aunque le quede mucho por negociar, Balkenende se proclamó anoche ganador, rodeado de seguidores que gritaban, en inglés, «Four more years» («cuatro años más», el lema de reelección de los republicanos de Bush en 2004).
El VVD, el partido liberal de Rita Verdonk, la actual ministra de Integración – apodada Rita de hierro por su dureza en la política de inmigración – , recibió sólo en parte el castigo de las urnas y perdió seis de los 28 escaños que tenía.
Verdonk es la promotora del veto al burka en lugares públicos de todo el país, que el Gobierno aprobará si logra formarse, y de la expulsión de Ayaan Hirsi Ali, la diputada estrella holandesa – somalí y colega de partido que reconoció haber mentido en un formulario de inmigración a su llegada a Holanda en 1992. Esta última decisión de la ministra precipitó la disolución del Gobierno en junio por la retirada del apoyo del pequeño partido de izquierdas D66.
Wouter Bos, líder laborista cuyos fans han bautizado como el Kennedy holandés, en contraste con el sabiondo y algo aburrido Harry Potter (sobrenombre de Balkenende por su semejanza con el mago de la saga de J.K Rowling), se ha quedado en su eterno segundo lugar. Sus apoyos socialistas y verdes no bastarán para conseguir los 76 escaños que necesita para controlar un Parlamento de 150 asientos y 24 partidos diferentes.
Holanda ya está acostumbrada a los gobiernos de coalición entre democristianos, socialistas y laboristas, el modelo más frecuente del último medio siglo, aunque esta vez, dada la animadversión entre Balkenende y Bos, la negociación será complicada.
Con la multiplicidad de partidos, el elector holandés ya está acostumbrado a votar sin saber de qué signo será la coalición donde se puede encajar su fuerza política favorita.
Desde 2002, la política ha estado alborotada por las polémicas sobre la inmigración y los asesinatos políticos (el del liberal y crítico radical del islam Pim Fortuyn, y el de su admirador y cineasta Theo van Gogh), y los holandeses se han habituado a los gabinetes de transición, como el de los últimos cinco meses.
La recuperación económica, que ha permitido cerrar el último presupuesto con superávit y anunciar una bajada de impuestos, ha salvado a Balkenende, quien ha logrado borrar, con o sin varita mágica, parte de las dificultades de su Gobierno, desde el rechazo de la Constitución Europea, en el referéndum de 2005, hasta la polémica sobre el envío de tropas a Afganistán y el último escándalo de soldados holandeses acusados de torturas en Irak.
«Hemos tenido mucho éxito en los últimos años», comentó Balkenende por la mañana, «íbamos por detrás en Europa y ahora estamos entre los primeros». Lo mismo se puede decir de su partido, que a principios de año estaba 16 puntos debajo de los laboristas y en verano parecía destinado a morir definitivamente.
La política de inmigración parece haber afectado poco al voto de los 12 millones de electores por la cercanía de los partidos mayoritarios, de acuerdo en prohibir el burka y en limitar la entrada de inmigrantes.
Hirsi Ali, ahora exiliada en EEUU, se queja del tabú de la inmigración en la política holandesa desde el asesinato de Van Gogh, con quien ella escribió un documental sobre el maltrato de las mujeres en el Islam. «El primer ministro no debería evitar la cuestión, debería haber reconocido que la integración de los musulmanes no está resuelta y haber pedido más tiempo a los electores», dice, en una entrevista a La Repubblica.
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