Religiones para todos los colores
El Mundo, 19-11-2006Templos de diferentes credos religiosos del distrito de Ciutat Vella celebran una jornada de puertas abiertas para mostrar cómo es su fe Ya no existe una única forma de entender la vida entre los barceloneses. Ni tampoco todos practican la misma religión.Ciutat Vella es un claro ejemplo de esa pluralidad. Ayer los diferentes templos ubicados en el distrito barcelonés abrieron sus puertas para permitir a los más curiosos conocer otros ritos, otras creencias y otras prácticas religiosas.
Los cuatro barrios que conforman Ciutat Vella – Barceloneta, Casco Antiguo, Gótico y Raval – son centros neurálgicos de acogida de los nuevos inmigrantes que han llegado en las últimas décadas a Barcelona. Ésa es la razón por la que en sus calles conviven templos de diversas religiosas: los hay católicos, pero también evangelistas, budistas, hindúes, musulmanes, sikhs o testigos de jehová, entre otros.
Una de las doctrinas asentadas desde hace más tiempo en la capital catalana es el budismo. Jesús Martínez, hoy monje budista, fue uno de los cofundadores del Centro Budista Dojo Zen Nalanda, instalado en la calle Montcada desde 1981. Y desde entonces se ha dedicado a intentar explicar a cuantos se han acercado por allí que el budismo zen se caracteriza por la meditación, una práctica que «da claridad de ideas y paz», comentó el monje.
Pero para conseguir esa buena nueva, para conjurar la buena suerte, uno debe entrar al Dojo, que es como los budistas denominan a su templo, «descalzo, con el pie izquierdo y sin pisar el símbolo del dragón que hay en la entrada», explicaba el monje budista, que ayer no escatimó esfuerzos para desentrañar a los neófitos los mandamientos del budismo. El principal, seguramente, compartido por todas las creencias: «Hacer el bien y no el mal».
Al otro lado de la Rambla, también abrió ayer sus puertas a todo el que quiso traspasarlas el Centro Islámico Camino de la Paz, un templo fundado en 1996. Como el monje budista, Naveed Asghar, el portavoz del centro, también invita a los visitantes a descalzarse para entrar. Si son practicantes del Islam, después se enfrentará a las preceptivas abluciones: «Lavarse los pies, los codos, las manos y la cabeza hasta la nuca». Una vez purificado, tras avanzar por la gran moqueta, divisará unas líneas blancas en dirección al sureste, las que indican dónde está La Meca, hacia donde deben orientarse los fieles para realizar sus cinco oraciones diarias.
Naveed Asghar se mostró ayer satisfecho del número de fieles que se acercan habitualmente hasta la mezquita de la calle Arc del Teatre, sobre todo los viernes, que es el día de descanso para el mundo musulmán: «Acuden hasta 200 personas».
Tanto el Dojo budista como la mezquita son centros de culto.Pero para los hindús, su templo también puede convertirse en su domicilio. Por lo menos, eso es lo que ocurre en el Templo hindú de la conciencia de Kirshna, donde viven ocho de sus fieles.Ellos son quienes explican las raíces del hinduismo, influido por el cristianismo y el islam, aunque con diferencias tan notables como su creencia en la reencarnación.
También les diferencian sus ritos. El domingo es su día de culto, como para los católicos, pero su ceremonia se prolonga durante cuatro horas, durante las que los cantos conviven con la meditación.Sus horarios tampoco son los habituales en las iglesias cristianas: la ceremonia se inicia a las cuatro y media de la madrugada.
Con sus turbantes, los seguidores del sikhismo acuden al Templo Gurwara Gurdarshan Sahib, en la calle Hospital. Es otra de las maneras de entender la fe que se viven en Barcelona, una ciudad que se está convirtiendo en laboratorio perfecto para un futuro de convivencia y coexistencia pacífica de credos y religiones.
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