Inmigrantes con derechos

Deia, 18-11-2006
EN TODOS los debates relacionados con la llegada de inmigrantes se baraja la idea de que su fuerza de trabajo es necesaria para mantener el engranaje productivo de nuestra sociedad. Pero, como bien ha venido resaltando el Gobierno vasco, siempre desde la legalidad. Una normativa basada en la necesidad de que los inmigrantes que lleguen a la CAV tengan los documentos en regla y puedan, de esta manera, acceder al mercado de trabajo que ofrece nuestra economía en condiciones de igualdad y, sobre todo, de dignidad personal. Porque precisamente del daño a la dignidad de la persona se puede hablar cuando se constata que todavía hay empresarios sin escrúpulos que por ganar dinero utilizan esa mano de obra con nombre y apellido. Mujeres y hombres que, por estar fuera de su entorno natural, se ven obligados a aceptar condiciones laborales que contravienen el más elemental de los análisis.

LA POLICÍA ha desarticulado una red internacional integrada por empresarios que operaba en ciudades como Albacete y Cuenca, y que se dedicaba a regularizar a inmigrantes y estafarles con ofertas de trabajo falsas. Entre los detenidos hay 37 empresarios y 13 intermediarios, que llegaban a embolsarse hasta 9.000 euros a cambio de ofertas de trabajo que ni siquiera implicaban el derecho al puesto laboral y un alta ficticia en la Seguridad Social. Despropósitos de este calibre deben ser perseguidos por la Policía, descubiertos y colocados en el escaparate social como ejemplo de lo que no se debe permitir cuando se habla de inmigración. Este tipo de irregularidades más o menos admitidas en otros lares deben ser perseguidas con el máximo recelo por nuestras autoridades. Por eso gana peso la idea defendida por el Departamento de Asuntos Sociales de acoger a aquellas personas que llegan de otros países con las máximas garantías legales. Sólo así seremos capaces en la CAV y Navarra de ofrecer a la inmigración salidas dignas desde el punto de vista laboral. Sólo así los inmigrantes se integrarán con garantías y con esa dignidad que hace que cualquier persona se sienta querida, apreciada y valorada en su nueva ciudad, en su nuevo país.

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