BIDASOA

La odisea de Sylla

El marfileño se acercó ayer a Irun, invitado por SOS Racismo, para ofrecer una conferencia

Diario Vasco, 17-11-2006

MAIDER IZETA/

IRUN. DV. El refugiado político Sylla Lassina visitó ayer la ciudad para compartir la odisea que vivió desde que decidió abandonar, hace casi cuatro años, su Costa de Marfil natal, hasta que, por fin, consiguió asentarse en Madrid. El colectivo SOS Racismo del Bidasoa organizó esta conferencia, en el Ateneo Kabigorri, en el que además se presentó el informe Frontera sur 1995-2006: 10 años de violación de los Derechos Humanos. Éste es el estremecedor relato de Lassina.

Sylla, un sastre ligado al partido Resemblement Democrate Republicain, vivía en Costa de Marfil junto con su mujer y sus dos hijos cuando la guerra civil estalló en su país natal. Ante esta situación, el marfileño decidió abandonar su tierra con el objetivo de encontrar un lugar mejor y más estable para vivir.

Se marcó el objetivo de llegar a España y fijó una ruta. Dejó atrás a su familia y junto con unos compañeros, atravesó el desierto de Teneré para llegar a Libia. «Permanecí en este país durante dos años, pero el Alto Comisariado de las Naciones Unidas no estaba operativo aquí y por eso, decidí ir a Marruecos para conseguir la condición de refugiado político», indicó Sylla. Y eso hizo. Sin embargo, el marfileño no tuvo mucha fortuna y tras ser detenido por la policía marroquí, Sylla fue deportado a Argelia. Volvió a Marruecos para obtener la condición de refugiado político, pero después de seis meses y al ver que la situación no mejoraba, Sylla decidió regresar a Argelia para trabajar. «Cuando estaba allí, unos amigos me comentaron que iban a saltar la valla para llegar a Melilla y me animaron a que lo intentara», dijo el marfileño.

Ayuda externa

3 de octubre de 2005. Una fecha que Sylla no olvidará nunca. Fue el día en el que alrededor de seiscientas personas atravesaron la verja para llegar a Melilla. «En el centro de acogida no había suficiente espacio para todos», explicó, «y por eso, el Gobierno español nos dijo que nos llevaría a Fuerteventura. Nos mintieron, nos metieron en un autobús y aparecimos en Tánger».

Sylla volvía a encontrarse en África. Junto con varios amigos, el marfileño consiguió reunir el dinero suficiente para realizar una llamada telefónica a España. «Llamamos a Elena Maleno, una activista que ayuda a personas refugiadas, y le explicamos cuál era nuestra situación para ver si podía hacer algo por nosotros. Ella se puso en contacto con varias ONG de España y otros países europeos, así como con los medios de comunicación, para informarles de lo que estaba sucediendo. Salimos en televisión y el Gobierno español quedó en evidencia», explicaba Sylla.

Por su parte, el Gobierno marroquí tenía previsto deportar al marfileño y sus compañeros, pero tras la difusión mediática que había tenido su caso, Sylla fue llevado a un campo militar situado en el desierto del Sahara. «Nos encontramos con muchos inmigrantes, de muchos orígenes. Había pakistaníes, personas de Bangladesh… Era un sitio muy inseguro y vivimos en una situación precaria. Además, pasamos mucho miedo porque si venía los gendarmes marroquíes podían repatriarnos a nuestros países», comentaba el marfileño.

Nuevamente, Elena Maleno se puso en contacto con los medios de comunicación para hacer pública su situación y gracias a la presión que ejerció la activista, Marruecos reconoció su condición de refugiado político. «Hubo varios países que se ofrecieron a acogernos, el Gobierno español nos había expulsado, pero al ver la presión mediática que había, también decidió darnos cobijo. Yo quería ir a España y por eso acepté».

La odisea de Sylla aún no había llegado a su fin. Permaneció durante un mes aislado en una habitación en Marruecos, hasta que firmó unos documentos que le permitieron llegar a Andalucía. Partió desde Tánger, el lugar en el que había sido abandonado anteriormente, y tras un largo viaje, por fin consiguió pisar suelo español.

Nueva vida en Madrid

Sylla había conseguido su objetivo. Después de tres años viajando de un país a otro, el marfileño estaba en España.

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