GOLPE A LA PROSTITUCIÓN. LA REACCIÓN DEL BARRIO

"Ya era hora"

EL VECINDARIO APRUEBA LA REDADA, HARTO DEL AMBIENTE VIOLENTO QUE ACOMPAÑA LA PROSTITUCIÓN

La Vanguardia, 16-11-2006

LLUÍS SIERRABARCELONA

En la calle Lluna ha sido habitual ver peleas nocturnas y “a chulos pegando a las mujeres”

“Me alegro, porque los vecinos estaban acojonados”; robos y droga acompañan a la prostitución
La mujer octogenaria, en bata, estuvo más de una hora asomada a la ventana frente al 28 de la calle Lluna. Cuando la policía empezó a sacar a siete detenidos, ella esgrimió su cámara fotográfica para poder tener un recuerdo de un día especial. Miró luego a los periodistas e hizo un gesto expresivo, recostando la cara en una mano. “Ahora podré dormir – diría luego-, porque estos dos años han sido como la guerra de Melilla”.

Como esta mujer, muchos vecinos se alegraban de la redada que se había iniciado a las 6 de la mañana y que salpicó el Raval y el barrio de Sant Antoni de coches y furgones policiales. En la calle Lluna llegó a concentrarse un centenar de personas que esperaron a que los agentes se llevaran a varios detenidos. En mayor o menor medida ocurrió lo mismo en las calles Sant Antoni. Botella, Sant Ramon, Hort de la Bomba, Cera… y en todas se repetía el comentario: “Ya era hora”. En muchos casos, seguía una expresión de escepticismo: “En cuatro días, volverá lo mismo”.

“Me alegro, porque los vecinos estaban acojonados”, decía Rafael, frente a un bar en cuyo patio interior aparecían a diario jeringuillas usadas. Eran jeringuillas que se tiraban de alguno o algunos de los pisos donde entró ayer la policía.

Unos metros más abajo, cuatro vecinos – “digui que Josep i tres Conxites”- comentaban lo sucedido. “Deberían venir (los policías) más a menudo” decía una Conxita, “porque esto daba miedo”. Josep terciaba: “Antes había prostitutas españolas, discretas, que las veías pasear y ya está; ahora se ven más y van a por los hombres”. Otra Conxita añadía que “los niños no pueden salir ni acompañados de sus padres”.

El barrio asumió que era una gran redada contra la prostitución. Aunque alguno quiso ver que era una respuesta a las recientes manifestaciones y caceroladas vecinales, estaba claro que una operación como la de ayer no se improvisaba y que era mucho más que una redada contra prostitutas.

“¿Por las prostitutas se ha montado todo esto?”. La dependienta de la calle Sant Antoni Abad tenía claro que sería una desmesura, porque “ya saben dónde están siempre estas mujeres”, así que “debe de ser por lo de los robos…”. Otro vecino aseguraba en la calle d´En Botella que “al menos ha habido aquí 25 robos a mujeres en una semana, ya era hora de que limpiaran”.

Robos y palizas. Varios vecinos atestiguaban que en la calle Lluna ha sido habitual ver peleas nocturnas y “a los chulos pegando a las mujeres”. Unos chulos que en otros momentos “se están tomando el café en la ronda Sant Antoni, mientras las prostitutas están en la calle”.

Muchos vecinos sabían desde hacía tiempo que esos pisos, o algunos de ellos, se han venido utilizando como prostíbulos. El presidente de la asociación de vecinos del Raval, Pep García, explica que su entidad lleva meses trasladando quejas de vecinos y datos de pisos y locales a la policía, quejas que “seguro que conocían los administradores de fincas”. El dirigente vecinal razona que “si en el Raval hay los dos meublés de siempre, y te das cuenta de que el precio de la prostituta es menor que el de la habitación y que los meublés no tienen overbooking como antes, es que se van a pisos y locales”.

“Si es una operación contra los proxenetas y la mafia que se lucra con la prostitución, vale – apuntaba Montserrat Forcades, vecina del barrio-, pero si es otro ataque de moralidad contra las prostitutas, es estúpido”.

A mediodía ya corría la voz por todo Sant Antoni y el Raval de que era una operación “contra los rumanos”. En la calle Salvador un joven tuvo la evidencia: “Me han pedido la documentación, que me había dejado en casa, y un guardia urbano me ha dicho ´es que tienes pinta de rumano´.” La policía no detuvo sólo rumanos. Y entre tanta detención, se aventuraban posibles errores, como el que se comentaba en la calle Sant Ramon: una señora de la limpieza que estaba en el piso de unas prostitutas cuando llegó la policía y que acabó con ellas en el furgón. “También se están llevando a rumanas que piden en la calle y no tienen nada que ver con la prostitución – comentaba una portavoz de la ONG Genera, de la plataforma comunitaria de trabajo sexual y convivencia-; aquí se están mezclando varias cosas”.

Hubo otros errores menores, en una mañana de corrillos y rumores más o menos creíbles por todo el barrio. Una mujer mayor, preocupada por la competencia de las extranjeras, le espetó a una joven rubia: “¿Dónde vamos a trabajar ahora?, la culpa es de vosotras, las rumanas”. La aludida no le respondió y quien le recriminó su presencia se quedó sin saber la auténtica profesión de la joven: es periodista.

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