YOLANDA GÓMEZ

MADRID. El todavía asesor de Zapatero, Miguel Sebastián, se despidió ayer de la prensa económica con la presentación de un informe elaborado por la Oficina Presupuestaria sobre los efectos de la inmigración en la economía española.

Según explicó Sebastián, en un acto organizado por la Asociación de Periodistas de Información Económica (Apie), la inmigración explica el 30% del crecimiento económico español de los últimos diez años, y más de la mitad del crecimiento de los últimos cinco.

Además, el informe concluye que los inmigrantes han ayudado a reducir el desajuste del mercado de trabajo, a moderar las subidas salariales y a reducir la tasa de paro.

Respecto al impacto sobre las cuentas públicas, el saldo es positivo para España, ya que los inmigrantes aportan a través de impuestos y cotizaciones más de lo que reciben en sanidad, educación, prestaciones, etc. En total, el saldo se acercó el año pasado a los 5.000 millones de euros, la mitad del superávit de las Administrciones públicas.

Sebastián se mostró optimista sobre el futuro. «Lo mejor de la contribución de los inmigrantes está por venir», dijo el candidato socialista a la alcadía de Madrid, que consideró razonable una entrada anual de 200.000 extranjeros.

Según sus estimaciones, la economía española podría cerrar el ejercicio con un crecimiento del entorno del 4%, una inflación más cercana al 2,5% que al 3%, y además no cree que el ciclo alcista vaya a acabar en breve, sino que incluso podría acelerarse gracias al aumento de la productividad. A su juicio, en 2007 podrían bajar los tipos de interés.

Intervencionismo del Gobierno

Sobre el posible intervencionismo del Gobierno en operaciones empresariales, Sebastián aseguró «el actual Ejecutivo es el menos intervencionista de las últimas décadas» y que no ha impedido una sóla operación en lo que va de legislatura, todo lo contrario de lo que hizo el Gobierno del PP. Respecto a la politización de la opa de E.ON, señaló que Zapatero se enteró de la operación por una llamada de Merkel, dejando entrever que la politización no vino del Gobierno español, sino del alemán.