Un sueño cada vez más precoz

El Día, 15-11-2006

Los candidatos a emigrar desde el continente africano hacia Europa son cada vez más jóvenes. Algunos de ellos preparan su partida incluso cuando ni siquiera superan los 12 años. Es el nuevo reto al que se enfrenta el viejo continente: visitantes clandestinos cada vez más pequeños que llegan para quedarse.

COLPISA, Dakar

Los candidatos africanos a la inmigración clandestina hacia Europa que pasan por Gao, en las puertas del desierto del Sáhara, al norte de Mali, son cada vez más jóvenes: algunos de ellos tienen apenas 12 años. “Yo me llamo Idrissa M’Balo, tengo 14 años”, dice uno de ellos. “Yo me llamo Seydu Kandé, tengo 12 años”, añade otro. “Mi nombre es Mussa Diallo, tengo 16 años”, confiesa un tercero. Son una decena de niños y adolescentes, todos senegaleses, que se apretujan hombro con hombro en un patio de esta ciudad, un importante punto de tránsito para los inmigrantes clandestinos antes de atravesar el Sáhara. Vienen desde Argelia, Marruecos o incluso Libia, y todos pasan por Gao.

“Nos damos cuenta de que hoy los clandestinos africanos son cada vez más jóvenes”, explica Mamadu Diakité, responsable de la ONG AIDE, especializada en los flujos migratorios. “Una de las razones es que los jóvenes sólo siguen los pasos de sus mayores. También está el desempleo, que golpea duramente a la juventud”, apunta. “Pero también responde a una estrategia. Los muy jóvenes, a raíz de las leyes de protección de los niños (en la Unión Europea), no son sistemáticamente deportados a sus países cuando logran pisar suelo europeo”, precisa.

La presión familiar.- Idrissa, de 14 años, viene de Casamance, una región al sur de Senegal. Una mañana, hace casi tres años, sus padres le dieron unos 150 euros y le dijeron: “Arréglatelas en Europa. Si no logras partir, no vuelvas aquí”. En compañía de otros 20 senegaleses, comenzó entonces el exilio del pequeño Idrissa: tren de Dakar a Bamako, vehículo de transporte para llegar a la ciudad de Gao, situada en las puertas del desierto, luego Argelia y finalmente Marruecos.

En los cinco meses de viaje, para ganar algo de dinero, hizo pequeños trabajos. Fue estafado por traficantes que le prometieron formar parte del pasaje de precarias embarcaciones pesqueras que luego le denunciaron a la Policía. Idrissa y una decena de otros jóvenes regresaron entonces a Gao. “Quiero volver a partir. No puedo regresar a Senegal, mis padres me maldecirán”, explica el adolescente.

La miseria.- Reagrupados en guetos en Gao, varios centenares de jóvenes africanos sobreviven día a día, sin dinero pero con la esperanza de poder probar su suerte por primera, segunda o tercera vez hacia Europa, y también sin dinero para planificar el regreso a su país. Según una ONG italiana, el Comité para el Desarrollo de los Pueblos, unos 150.000 africanos, candidatos a la inmigración clandestina a Europa, sobreviven en situaciones miserables en Mali, Argelia, Mauritania, Marruecos y Níger.

“Yo, realmente, hoy en día, lo que quiero es regresar a mi casa. ¿Pero cómo pretende que retorne con las manos vacías? Es mejor morir que regresar”, explica un joven guineano de ojos dulces. Un joven senegalés ataca a su gobierno. “¿Cómo regresar? Cuando vuelves a Senegal, el gobierno te da un billete de 15 euros para decirte bienvenido. Ni siquiera puedes vivir dos días con eso. Eso debe cambiar”, afirma.

En Gao, en torno a una mesa con vasos de té, seis clandestinos nigerianos esperan la llegada de pasaportes malíes falsos para continuar su periplo hacia Europa. Quienes poseen pasaportes malíes no necesitan visado para entrar a Argelia y seguir la larga ruta hacia “El Dorado” europeo.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)