La heterogeneidad del proyecto socialista puede observarse en el ámbito de la inmigración. Así como Fabius promete regularizaciones masivas, Royal considera necesario controlar los cupos y condicionarlos a los límites laborales. Strauss – Kahn apuesta por ayudar «en serio» a los países de donde provienen los grandes flujos, distanciándose de las medidas policiales de las que hace gala Nicolas Sarkozy, actual ministro de Interior, y cuya eficacia no desagrada tanto a la supercandidata socialista.

Al fin y al cabo ha sido ella quien ha propuesto una especie de confinamiento y de disciplina militares a los adolescentes violentos. Partiendo de un eslogan: «el orden y la seguridad no son patrimonio de la derecha». Lo dice una hija de militar cuyo amor a la disciplina pone de los nervios a Fabius, mucho más partidario de la «prevención» que de la «represión». Es decir, que las guerrillas urbanas no se resuelven con los robocops, sino mejorando las condiciones de vida en los suburbios y garantizando el desarrollo económico y educativo. Bien lo sabe Strauss – Kahn, quien proviene de la periferia parisina y ha sintonizado con las zonas deprimidas a cuenta de sus promesas presidencialistas. / R. A.