Educación
Sobresaliente en convivencia
El Mundo, 06-11-2006A. G.
Un instituto de Alcobendas desarrolla diversos programas para evitar la violencia en las aulas. Alumnos que ejercen de mediadores o que avisan en el momento que detectan un posible conflicto. «No puede haber acoso sin ser visto» Cuando empezamos a recibir un alumnado más diverso y los conflictos en las aulas se convirtieron en algo más frecuente, quisimos evitar que fueran a más». La frase es de Maite Lázaro, directora del I.E.S. Severo Ochoa de Alcobendas. La fórmula mágica la encontraron en la formación del personal docente, los alumnos y los padres. Asignatura común: pautas de convivencia. A las 11.00 horas suena la campana que anuncia el recreo. En este instituto del Norte de Madrid, la actividad se traslada a los pasillos. Llueve con fuerza y en el patio las canastas aguantan solas el chaparrón. Tiene 1.200 alumnos, de los que un 10% son inmigrantes, y 110 profesores. Más de 40 nacionalidades. Y algunos secretos para presumir de relación ejemplar.
Como el trabajo de Jesús, alumno de 2º de Bachillerato y mediador. «Mi labor es llevar la mediación al patio. Acercarme a la gente y dar confianza. Cuando hay un problema entre dos alumnos, escuchamos a las dos partes, tratamos de atajar el problema antes de que vaya a más». Y funciona. «Los compañeros nos aceptan bien, agradecen que estemos ahí». Éste es uno de los programas que este instituto ha puesto en marcha para evitar conflictos en las aulas, ya sean entre compañeros o entre docentes y alumnos.
«En la mediación también participan padres y profesores», comenta Maite, quien reconoce que no le gusta el «mensaje alarmista» que se da de la situación en las clases. «Nosotros creemos que hay que estar atentos. Aquí ningún caso se pasa por alto, aunque a priori algo parezca muy menor; se escucha a todo el mundo».
La primera voz de alarma la dan los alumnos ayuda, observadores que, cuando ven un posible problema a la vista, avisan. «No son chivatos, cuentan lo que pasa dentro y fuera del instituto», aclara Lola, coordinadora de este programa, mediadora y profesora. A principios de curso, se seleccionan uno o dos voluntarios por clase, «generalmente chavales que empatizan bien y son queridos por los demás», dice Maite. «Se les da formación para que sepan cómo actuar». También a los mediadores se les dan unas pautas. «Cuando ven que un conflicto les sobrepasa, los alumnos ayuda lo pasan a los órganos del instituto y va a mediación». Ambos programas se coordinan en la Comisión de Convivencia del Consejo Escolar.
Víctor es alumno ayuda. Tiene 15 años y estudia 2º de ESO. «Además de tratar de evitar conflictos, si hay un compañero que tiene un problema, puede confiar en nosotros». Los insultos entre unos y otros son su escenario de actuación más común. En Bachillerato, suelen ser más los piques entre las clases. «En la ESO esta figura es más necesaria. Se hacen sesiones de seguimiento, se comentan los problemas… Tratamos de buscar vías para mejorar la actuación», comenta Rosa, alumna de 2º de Bachillerato y pionera en el programa.
La experiencia, hasta ahora, les ha dado la razón. «El programa sirve a niños que necesitan ayuda, pero también frena a los que se pasan de la raya». Maite cuenta un ejemplo que vivieron en el centro. «Nos enteramos de un caso de acoso a un chaval. Nadie se atrevía a denunciar a los acosadores en solitario». Buscaron otra solución. «Pasamos un cuestionario en varias clases pidiendo nombres. Los alumnos los dieron. Los acosadores se vieron solos, porque más de 100 compañeros les habían señalado y con tantos no se atrevían». Problema resuelto. «Con este tipo de programas, no puede haber acoso sin ser visto», sentencia Lola.
Los padres también juegan un papel protagonista en la película, que bien podría llamarse La buena educación. «Con ellos se cuenta desde el primer momento, en cuanto se detecta una situación de riesgo», afirma Maite.
Hasta a una figura como la del delegado se le trata de dar cierto peso. «A principio de año se les da un curso para que aprendan a saber manejar, desde su labor de representante, al grupo», cuenta Maite. Ahora ya andan dándole vueltas a un nuevo programa. «Para ayudar a la integración de los inmigrantes. Queremos hacerlo a través de su cultura y su forma de vida, para que las mantengan». Nota final: Sobresaliente en convivencia.
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