DISTRITO CENTRO
Protesta vecinal delante de un centro religioso que reparte bocadillos a numerosos indigentes
El Mundo, 05-11-2006MADRID. - Eran las 18.00 horas de la tarde. Ya había oscurecido y llovía persistentemente. Pero medio centenar de vecinos de las calles aledañas a la plaza de los cines Luna no dieron marcha atrás e iniciaron la movilización que tenían organizada desde hace varios días. Armados con elaboradas pancartas, protestaban contra los responsables de la Santa, Real y Pontificia Hermandad del Refugio y Piedad de Madrid. Ubicada en el número 16 de la Corredera Baja de San Pablo, esta organización religiosa da de comer a casi 300 personas todos los días. Pero lo hace con un procedimiento que los vecinos consideran intolerable: hacen coger número a los indigentes desde primeras horas de la mañana, para que luego esperen en la calle hasta que se abran las puertas a las 18.15 horas.
Cuando abren las puertas del recinto, las 90 personas que hayan llegado antes pueden entrar y degustar una cena caliente. Los que no son tan madrugadores tienen que conformarse con uno de los 200 bocadillos que reparten en la puerta de 18.45 a 19.15 horas. Deben hacer fila, cogerlo e irse, no pueden entrar en la Hermandad. y eso es lo que enerva a los vecinos.
«Como les dan número, se quedan toda la mañanas por las calles. Se acuestan en los portales, mean en los coches. Y cuando no les gusta el bocadillo, lo tiran al suelo. Y a nadie le gusta salir de su casa y encontrarse a alguien acostado en las escaleras que te insulta si le pides educadamente que se quite», comentaba ayer una vecina, pancarta en una mano, paraguas en la otra.
Marián, la portavoz de los vecinos, aclaraba el porqué de la manifestación. «No vamos contra los indigentes, ni mucho menos. Nunca lo hemos hecho y ése no es el motivo de la concentración. No queremos que el Refugio desaparezca, sino que funcione de otra manera, algo a lo que se niegan sus responsables. Deben ser conscientes de que ya no estamos hace tres siglos y que ya no existe la misma mendicidad», explicaba. «Los dirigentes del Refugio son inmovilistas, y nosotros lo que queremos es que cambien de sistema, que trabaje como un centro de intervención mínima, donde los que necesitan de sus servicios puedan entrar. Pero los responsables hacen lo que quieren, se resisten incluso a los consejos del los Servicios Sociales del Ayuntamiento, y tratan a los indigentes de manera inhumana», agregaba Marián.
Cuando comenzó la manifestación, en un acera se encontraban los vecinos y, justo enfrente, un centenar de personas esperando los bocadillos. Ante los gritos de «Las puertas abiertas, todos los días» o «Todos adentro» los que esperaban ponían caras de asombro, pero ninguno reaccionaba. Sólo a los pocos minutos se acercó uno de ellos a leer una pancarta con varias frases como: «¡Aseos y comedores dentro! ¡Sin colas en la calle!». La portaba Cándido, un vecino que le explicó por qué estaban protestando. El indigente la leyó y se hizo con ella. Pasó a ser uno más de la manifestación, por lo que se quedó en la acera de la derecha.
Algunos, en cambio, entendían a los vecinos, pero no compartían su forma de actuar. «Yo vengo de Sudamérica», explicaba un joven que también aguardaba por su cena, «y claro que no me gusta esperar bajo la lluvia. Además, en España muchas personas que están en centros y albergues son obligados a salir a la calle a las siete de la mañana llueva o truene. No por dejar de tener nóminas dejamos de ser personas, merecemos un trato más humano. Pero que tampoco nos chillen los vecinos, que ellos no saben si la vida les va a dar un vuelco y van a acabar como nosotros», afirmaba con gesto serio.
Otro señor, ex marido de una diplomática según decía, se mostraba aséptico y desconfiado. «Nos sentimos acorralados por todos lados, como si debiéramos sentir vergüenza por nuestra condición. Y luego nos dan de comer féculas para matar el hambre y dulces para que nos caigan los dientes y demos el perfil. Utilizan técnicas psicológicas para sacarnos de la realidad», aseguraba.
Desde la Hermandad del Refugio, uno de sus dirigentes contestaba a las acusaciones. «Nosotros lo que hacemos es dar de comer a todas las personas todos los días, sean de donde sean. Si no damos más cenas en el interior es porque estamos totalmente limitados en cuanto a espacio. Además, exceptuando aportaciones del banco de alimentos y de la Cruz Roja no tenemos ningún tipo de subvención».
Pero el problema ya ha tracendido a las tres partes implicadas. Ayer, durante la hora y poco que duró la manifestación, un grupo de jóvenes no paraba de tomar notas y grabar todo lo que sucedía. Son estudiantes de Antropología que van a utilizar esta confrontación como base para su trabajo de fin de carrera.
Un ‘Refugio’ con historia
Si de algo puede presumir la Santa, Pontificia y Real Hermandad del Refugio y Piedad de Madrid es de historia. Fundada en 1615 por el padre Bernardino de Antequera, don Pedro Lasso de la Vega y don Juan Jerónimo Serra, desde sus inicios se dedicó a dar de comer a los indigentes, transeúntes e inmigrantes que se acercaban a sus inmediaciones.
Pero su traslado a la Corredera Baja de San Pablo número 16 no se produjo hasta 1702. Al quedarse la Hermandad sin la iglesia que tenían en el postigo de San Martín, el rey Felipe V les concedió la administración de la iglesia de San Antonio de los Alemanes, que en su origen, allá por 1606, ejerció de iglesia y hospital para los portugueses que vivían en Madrid. Considerada una de las construcciones religiosas más bellas de la ciudad, con un interior pintado al fresco por Francisco Ricci, Lucas Jordán y Francisco Carreño, la iglesia y la Hermandad quedaron completamente unidas en 1887, cuando el arquitecto restauró sus exteriores para darle uniformidad al conjunto.
La Hermandad cuenta actualmente con un colegio con niños procedentes de más de una veintena de países y un aula de apoyo a minorías étnicas. A cargo de la institución también está una residencia de mayores, que incluye un centro de día y un dispensario para niños y madres necesitados. Todo ello se encuentra en un local situado enfrente del templo.
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