El Rey pide solidaridad a Iberoamérica contra la inmigración ilegal

Don Juan Carlos conmina a abordar el fenómeno migratorio «con rigor y

La Razón, 04-11-2006

Con muchas, con demasiadas ausencias de dignatarios en el Teatro Solis de
la capital uruguaya, el Rey Juan Carlos I puso el acento de su discurso
inaugural de la XVI Cumbre Iberoamericana en la corresponsabilidad de
países receptores y emisores de emigración. Ciertamente estaba Kofi Annan,
el saliente secretario general de la ONU, pero faltaban muchos presidente
iberoamericanos a los que, seguramente, les hubiera venido muy bien
escuchar las palabras de Don Juan Carlos. Porque el monarca subrayó en su
discurso la necesidad de encarar el fenómeno de la migración
solidariamente. Algo que los países emisores de inmigrantes no siempre, o
casi nunca, están dispuestos a asumir. Su problema se va, o se diluye,
mientras más nacionales suyos salen hacia Estados Unidos o hacia España.
   Don Juan Carlos afirmó que el fenómeno migratorio debe ser abordado «con
rigor, solidaridad y con la mirada puesta en el respeto y la protección de
los legítimos intereses de las sociedades de origen y de acogida». Y esta
última parte de la alocución es, leída entre líneas, la más importante.
Porque es evidente que la pobreza está muy extendida en todo el hemisferio
sur. Y es obvio que las remesas monetarias que envían los emigrantes a sus
familias son una parte importantísima de la economía de casi toda
Latinoamérica.
   Asumir responsabilidades
   Pero, como recuerda a LA RAZÓN Gabriela Rodríguez, la relatora para
Latinoamérica de la Organización Internacional para las Migraciones, «es
necesario que los países emisores de emigración asuman también su
responsabilidad», al mismo tiempo que tanto emisores como receptores
firmen acuerdos que hagan posible un flujo migratorio ordenado y legal.
   Precisamente fue lo que el Rey trató de realzar en su discurso
inaugural. «El fenómeno migratorio», dijo anoche, «no es ajeno a los
pueblos iberoamericanos. Ha sido, de hecho, uno de los elementos más
relevantes en el secular proceso de formación histórica de nuestra
comunidad». Una comunidad que, de seguir así, pronto puede acabar siendo
algo más parecido a la casa de «Aquí no hay quien viva». Triste. Muy
triste.
   

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