Absueltos los tres acusados de matar a la dueña de un hostal en Ronda

El juez asegura que las pruebas son «insuficientes» a pesar de las sospechas Se enfrentaban a 13 años de prisión

Diario Sur, 03-11-2006

El 21 de octubre de 2003 Ronda se conmocionó por el horrible crimen de Carmen G., propietaria de un conocido hostal de la localidad. Su marido la encontró maniatada de pies y manos con la cabeza envuelta en cinta de embalar y sin la llave donde guardaba el dinero. Tres años después, sigue siendo un misterio. La Audiencia ha absuelto a las únicas tres personas que fueron detenidas como presuntas autoras de su muerte.

La sentencia, a la que ha tenido acceso SUR, sostiene que las pruebas «son insuficientes, de escasa relevancia, ambigua naturaleza y equívoco significado» a pesar de las «serias y fundadas sospechas» de que los tres acusados participaron en el crimen.

M.O. L., un comerciante argelino de 44 años con antecedentes penales, su pareja sentimental H.O., cliente habitual del hostal y de origen marroquí, y T. L.S., un francés de 36 años afincado en Barcelona con antecedentes por robo y que entonces se encontraba en busca y captura, se enfrentaban a una petición fiscal de 13 años de prisión y al pago de 90.000 euros de indemnización a los herederos de la víctima.

Petición

La familia de la hostelera los acusó de los presuntos delitos de asesinato y robo con violencia en grado de tentativa y solicitó que fuesen condenados entre 17 y 18 años de cárcel.

El propio marido de la fallecida reconoció durante el juicio a los acusados como los hombres que salieron «sospechosamente» de su establecimiento momentos después de cometerse el crimen. Pero en ruedas de reconocimiento anteriores no llegó a identificarlos.

Según el fallo judicial, las pruebas contra los dos hombres eran «paupérrimas». Ni huellas, ni ADN, ni un testigo que pudiera reconocerlos con total seguridad. Ni siquiera se encontró nada en sus domicilios cuando la policía los registró en busca de pruebas que pudieran incriminarlos.

La mayoría de los indicios apuntaban a la mujer, una limpiadora divorciada que se hospedaba con frecuencia en el hostal. Ella era la única conexión de los acusados con la víctima. Pero esa mañana tenía una cuartada perfecta. A la hora del crimen quedó con un amigo y luego hizo varias operaciones bancarias en las que aparecían registradas sin lugar a dudas la hora en las que se realizaron.

Luego regresó al hostal, se encontró allí con la policía que ya había descubierto el cadáver, y regresó en autobús a Fuengirola donde fue a recogerla el acusado de origen francés, que se ocultaba de la policía ya que pesaba sobre él una orden de busca y captura por quebrantamiento de condena.

Sin móvil

El móvil también falla. La llave que robaron a la víctima pertenecía a la caja fuerte, pero allí no había dinero ni joyas, según afirmó el propietario del hostal durante la vista oral.

Tampoco se llevaron los pendientes y los anillos de oro que llevaba puestos la mujer, cuyo cadáver fue encontrado por su marido alertado por los gritos de una empleada.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)