Del recuerdo masivo...

Diario de noticias de Gipuzkoa, 02-11-2006

Del recuerdo masivo…

Aspecto del cementerio de Polloe, ayer, que recibió la visita de cientos de personas.


El verde fluoroscente de los petos de la policía local anunciaba ayer a metros de distancia que la regulación del tráfico y el aparcamiento ordenado son premisas inexcusables en el Día de Difuntos. Ante todo, orden y civismo en los alrededores de los grandes cementerios, como el de Polloe de Donostia, el de Blaia, en Irun, donde los autobuses cargaban y descargaban personas con automatismo germano.

En Polloe, los vendedores de flores se concentraban en una plaza cercana al camposanto para hacer frente a la elevada demanda floral de las personas que deseaban dejar un testimonio físico en recuerdo a los seres queridos que abandonaron este mundo.

Dentro, decenas de visitantes de lasilenciosa ciudad paseaban entre cipreses y tumbas, en un día en el que sustituyeron la regular cuadrícula callejera del Ensanche donostiarra y las vistas a La Concha por una evocadora marcha acompañados de los que estuvieron.

sociedad La cada vez más heterogénea sociedad se mostraba con nitidez ayer en los serpenteantes caminos dibujados en la necrópolis donostiarra. Personas de etnia gitana, ecuatorianas o guineanas se cruzaban con otras que hablaban en euskera o algunas otras que se comunicaban en un castellano con marcado acento andaluz.

La edad de los fluctuantes asistentes al homenaje a los fallecidos era variable, aunque resultaba llamativa la ausencia de jóvenes de entre 20 y 30 años, quizá no tan preocupados, de momento, por el último destino de todos los seres humanos.

Los floreados sepulcros eran también un reflejo de la sociedad pasada y presente. Desde los viejos y magnificentes panteones, cúpula incluida, que dan testimonio del poder económico de los finados, pasando por las humildes tumbas a ras de tierra con una sencilla cruz, hasta las estelas discoidales, símbolo del arraigo vasco del enterrado.

amor La curiosidad humana por conocer detalles del prójimo o recordarlo se trasladaba a los cementerios metropolitanos, donde una legión de visitantes leía con fugaz atención las leyendas de las lápidas.

Según pudo constatar este diario, La edad de los fallecidos y las palabras de recuerdo y amor cinceladas en el mármol atraían la mirada de los numerosos congregados en Donostia, Irun y Zarautz, cementerio este último donde ayer también los fallecidos estuvieron más acompañados que en todo el resto del año.

Era también un momento propicio para echar un vistazo a la última morada de aquel vecino o conocido que dijo adiós para siempre hace años y su lápida traía los recuerdos extraviados en la memoria.

Los encuentros entre conocidos y familiares convertían las calles de los grandes camposantos en una extensión de las aceras urbanas, donde los corrillos, los abrazos entre viejos conocidos o familiares se sucedían.

Ya fuera, el constante ir y venir de autocares y coches, arbitrados por el agente municipal de turno, daba la bienvenida a los visitantes de la ciudad espiritual, quienes, de nuevo, retornaban al habitual bullicio urbano.

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