Los votos del muro

La construcción de barreras en la frontera con México para evitar el paso de inmigrantes enturbia la campaña en EE. UU.

Diario Sur, 02-11-2006

TEXTO: ALFONSO ARMADA. ENVIADO ESPECIAL / FOTO: EFE / TUCSON/
PARA desolación de fervientes demócratas de Arizona, como el sheriff de Nogales, Tony Estrada, el encono entre republicanos y demócratas ha encontrado en el miedo a los inmigrantes ilegales un extraño aliado de cama. El muro de 1.200 kilómetros entre México y Estados Unidos, aprobado por el Congreso y recién ratificado por el presidente Bush, a unos días de las elecciones legislativas como parte de la estrategia republicana, «no es la solución», dice Estrada. «Ojalá en vez de tirar tanto dinero en muros y guerras lo gastaran en construir puentes». Al menos 286 personas murieron el año pasado intentando cruzar a Estados Unidos a través del desierto de Arizona a pesar de ser el sector más vigilado de la frontera de 3.141 kilómetros.

El sheriff Estrada y el pastor protestante Ben Wenke son los antípodas políticos de Nogales, paso fronterizo entre la villa de Arizona y la de Sonora. Mientras Estrada piensa que «los muros no han tenido éxito en ninguna parte, y que lo único que hará el muro será que «busquen caminos más peligrosos y hacer que las mafias se aprovechen», el director de la Nogales Mission, no cree que haya que «dar ayuda médica a un ilegal si no está contribuyendo a Estados Unidos», aunque el muro «será «una terrible pérdida de dinero. Servirá al menos para disuadir».

Iguales ideas

El republicano Randy Graf, que defiende su candidatura a la Cámara de Representantes por Arizona machacando sobre la cuestión migratoria al estilo de los autodenominados vigilantes, va a remolque en las encuestas de Gabrielle Giffords, demócrata moderada que es partidaria de atacar el problema de forma global y que, paradójicamente, coincide con la postura más abierta del presidente Bush.

A pesar de haber firmado la ley del muro, es menos radical que su propio partido. Sabe que los diecisiete millones de electores hispanos – 7% más en que en 2004 – pueden cambiar las tornas. El mismo esquema divide al senador republicano John Kyl, que opta a un tercer mandato, con un mensaje ferozmente anti – inmigrante, del demócrata Jim Pederson: ayer recibió en Tucson el espaldarazo del ex presidente Bill Clinton, que fue quien, recuerda la Defensora Legal y activista Isabel García, empezó en 1994 a reforzar la linde en San Diego para asegurarse el voto conservador. Desde entonces, el número anual de muertos al cruzar se ha duplicado en Arizona. García añade que el dinero supuestamente aprobado para el muro se lo llevarán Lokheed y Boeing – en el desarrollo de sistemas de vigilancia – y Halliburton – en la construcción de trescientos centros de detención.

El discurso de muchos candidatos demócratas del montañoso oeste podría pasar por el de muchos republicanos en cuanto a derecho a portar armas, aborto, religión y política migratoria. Incontestables mayorías, con nutrida representación demócrata, respaldaron la ley del muro cuando fue votada en la Cámara de Representantes – 283 votos a favor y 138 en contra – y el Senado – 80 frente a 19 – . A pesar de que unos 400.000 inmigrantes entren en Estados Unidos cada año a través de los desiertos de Sonora y Arizona, y de que este Estado fronterizo sea con 450.000 indocumentados – de una población de casi seis millones de almas – el que más residentes ilegales acoja de todo el país, su porcentaje de desempleados era de 3,6% en agosto, frente a una media nacional de 4,7%.

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