Interior dejará de utilizar la 'isla' de Tarifa como centro de acogida de inmigrantes

El Mundo, 02-11-2006

JOSÉ CONTRERAS

El objetivo era que estuvieran allí 48 horas hasta ser trasladados a otro lugar, pero no se ha cumplido PP, PSOE, Policía y Guardia Civil reclaman un uso medioambiental, turístico y científico de la zona El Ministerio del Interior ha comunicado a la Cruz Roja que la Isla de las Palomas no volverá a ser usada como extensión del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), sino como primer lugar de recepción y control, recuperando de esta manera el objetivo inicial para el que fue habilitada en 2002, durante el Gobierno de José María Aznar, ante las avalanchas de entonces, que obligaban a habilitar constantemente el polideportivo municipal.


A partir de ahora, los inmigrantes permanecerán un máximo de 48 horas en esa zona conocida como la isla de Tarifa, en la que ha sido instalada una estación de seguimiento por radar para aves. Este enclave, situado en el punto más meridional de Europa, se encuentra en una situación geográfica única para los desplazamientos de las aves marinas entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico a través del Estrecho, y ofrece unas condiciones idóneas para el seguimiento de sus migraciones debido a la gran variedad de especies que se pueden observar desde ese punto y la abundancia de los avistamientos obtenidos.


El rechazo que han mostrado los sindicatos policiales, la Guardia Civil y el Partido Popular se ha extendido al PSOE, cuyo secretario de organización en Andalucía, José Luis Blanco, ha anunciado que la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento andaluz visitará en los próximos días la Isla de las Palomas, acompañado por los medios de comunicación, para apoyar las reivindicaciones de quienes reclaman que tenga un uso medioambiental, turístico y científico.


Juan Andrés Gil, ex alcalde y portavoz municipal del PP, mostró ayer su satisfacción «por el oportuno y necesario cambio de postura del PSOE al rechazar este penal indigno», pero añadió que «con su actitud, el Gobierno, y más concretamente el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha dado una muestra inequívoca de falta de sensibilidad y de no importarle en absoluto los Derechos Humanos».


Entre los que se oponen a que la isla siga siendo usada como centro de internamiento por Interior está el propio alcalde de Tarifa, el socialista Miguel Manella, partidario ahora, igual que el PP, de usar la antigua batería de costa de Punta Vigía, aunque necesitará de una inversión previa para su adecuación, aún no presupuestada.


El director de la Junta Rectora del Parque Natural del Estrecho, Jesús Cabello, también defiende «el uso sostenible y de estudio» para este enclave natural».


La función de esta isla tarifeña era, en 2002, servir como punto de primera atención y control a los inmigrantes que, en un plazo inferior a 48 horas, debían ser trasladados al CIE La Piñera, situado en la localidad de Algeciras. En Las Palomas se les entregaba un equipo personal con ropa y material de aseo, se les sometía a un chequeo médico básico y se identificaba a los que fuera posible.


Pero, en las últimas semanas, el Ministerio del Interior ha utilizado Isla de las Palomas como un verdadero centro de internamiento pese a que no reúne los requisitos de habitabilidad exigidos para que pueda ser definido como tal.


El Ministerio del Interior inició unas pequeñas obras de adecentamiento, adecuando un barracón con lavabos y duchas, pero esa reforma no pudo ser culminada debido a la llegada de un grupo de 120 inmigrantes argelinos que ha permanecido casi un mes recluido en condiciones similares a las que existen en una cárcel tercermundista, según han manifestado algunos policías.


La custodia de los inmigrantes y del recinto está compartida entre la Policía Nacional y la Guardia Civil. Los agentes, consternados por la situación, dedicaban parte del tiempo de guardia a acompañar a los argelinos hasta los retretes. Lo primero que aprendieron a decir en castellano los inmigrantes, tras llegar a la isla, es la frase «!jefe, jefe, quiero ir a mear¡».


En ese momento, un agente abría la puerta del barracón en el que se encontraban y acompañaba al inmigrante hasta los servicios, esperaba a que realizara sus necesidades fisiológicas y volvía con él al dormitorio, escasamente iluminado, donde pasaba la mayor parte del tiempo.


Durante dos horas al día, los inmigrantes salían al exterior, al recreo, y después volvían al barracón. «Es como una cárcel, claramente», confesó a este periódico un agente de policía de los que han prestado servicio de vigilancia. «No es digno, pero es lo que hay»


Los argelinos fueron abandonando la isla, en furgones policiales cerrados, durante el pasado martes, hasta casi medianoche, en que la isla fue cerrada. El personal de Cruz Roja – una coordinadora, una asistente técnico sanitaria y el médico voluntario – aprovecharán estos días libres para ordenar el almacén después de los albañiles acaben de adecentar el local.

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