Viva Cruyff
La Voz de Galicia, 01-11-2006LUÍS VENTOSO
HOY vota Cataluña. En la campaña se deslizó una propuesta inaudita. El favorito, Artur Mas, anunció una suerte de carné de puntos para inmigrantes. Los recién llegados irían ganando derechos y prestaciones sociales según fuesen acreditando su voluntad de conocer la cultura y la lengua catalanas.
Salvando la distancia, al oír hablar del carné de catalanidad resuenan en la memoria las cautelas iniciales que adoptó el nazismo con los judíos alemanes. El mecanismo psicológico es siempre idéntico: si eres distinto, hay que marcarte. En Alemania los sellaban con un brazalete estrellado. Según la propuesta de Mas, las familias de fuera tendrán que probar que no son singulares. El diferente no mola y no cabe.
¿Quién va a examinar a los inmigrantes de la asignatura de catalanidad? ¿Cómo se mide un concepto tan etéreo? Y frisando ya la caricatura: ¿Catearemos a los obreros rumanos que no sepan silbar los grandes éxitos de Lluís Llach? ¿Se volverá clandestina la peña madridista de Sant Feliu? ¿Restarán puntos los cientos de casetes de El Fary de los taxistas barceloneses?
Si la propuesta de Mas la hubiesen hecho tipejos pardos como Le Pen o Haider, el escándalo recorrería, y con razón, todos los capilares mediáticos de la corrección política. Pero Mas, pese a su grave desliz reaccionario, es favorito. Cataluña, que padeció a saco el estrechamiento mental de la dictadura, donde se pregonaba que una España obtusa y depauperada era la reserva de Occidente, no merece otro provincianismo patriotero. A Cataluña – como a California o Londres – le ha ido de cine acogiendo a trabajadores de todas partes (entre ellos miles de gallegos), que han currado para convertirla en un extraordinario país.
Los críos de los setenta teníamos un ídolo catalán que nos fascinaba. Se llamaba Johan Cruyff. Había nacido en Ámsterdam.
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