BERNARDO SAGASTUME

SANTA CRUZ. La marcha convocada contra los inmigrantes y por una ley de residencia reunió ayer en Santa Cruz de Tenerife a algo más de dos mil personas, según los cálculos policiales, aunque sus organizadores aseguraron que la concurrencia, si bien disminuida por la lluvia, no fue menor a los 20.000 asistentes.

«Basta ya, no cabemos más», fue el lema que reunió a unos manifestantes que enarbolaban la bandera creada por los independentistas isleños, con siete estrellas verdes en lugar del escudo. Una de las consignas era: «España, atiende, Canarias no se vende». Mateo López, asesor del alcalde capitalino y cara visible del acto, se mostró contrario a la llegada de más personas, «vengan de donde vengan», y abogó por «un futuro sostenible», que tenga en cuenta «la capacidad real para acoger residentes».

López no dudó en calificar como «un éxito» la convocatoria, a la que le seguirá, si sus consignas no son oídas, «una más grande, con no menos de cien mil personas en la calle». Acusó, además, al PSOE de haber intentado «mezclar con la xenofobia» el acto, ya que «están nerviosos porque saben que la inmigración les puede hacer perder las elecciones». El pueblo canario, opinó, «no tiene nada de xenófobo».

Sin embargo, a la concentración se sumó el grupo de ultraderecha Democracia Nacional (DN), que ocupó la última colocación en la columna que recorrió las calles de la ciudad. Al final, los miembros de este partido se unieron a los organizadores, que en un principio habían tratado de rechazar su presencia.