Hay 40 millones de hispanos en EE UU y, año tras año electoral, se
demuestra que son el blanco más fácil de la picaresca de campaña. La
semana pasada una misteriosa carta informaba a miles de inmigrantes
latinoamericanos de California que no tenían derecho a votar. «Estás
avisado», decía la misiva escrita en español, «si eres inmigrante, votar
en una elección federal es un crimen que puede acabar en la
encarcelación». El remitente era el candidato republicano Tan Nguyen, de
origen vietnamita, que echó mano de lo que «The New York Times» califica
de la «clásica táctica del miedo». Nguyen convocó una rueda de prensa para
excusarse, pero ni se presentó. El caso mereció la atención del
gobernador, Arnold Schwarzenegger, que declaró que la carta es un «acto
despreciable de intimidación política». No es el único «incidente». En más
de una docena de estados, los demócratas han sido acusados falsamente de
querer dar beneficios a los «sin papeles». En Michigan, el fraude se ha
librado en Internet. La web MuchasGraciasDebbie.com muestra a la senadora
Debbie Stabenow que, ataviada de sombrero mexicano, sonríe diciendo a los
ilegales: «No problema».