Hay un dicho estadounidense que afirma que «buenas vallas hacen buenos vecinos». Pero la furiosa reacción de los dirigentes mexicanos al muro que los EEUU van a erigir en la frontera común indica que ése no será un objetivo cumplido. Ciertamente, es dudoso que el presidente estadounidense lo pretendiera. Pero tampoco está claro que con la nueva ley crea que va a solucionar el problema de la inmigración ilegal. La realidad demuestra que los inmigrantes, acuciados por el hambre, son capaces de encontrar agujeros a todas las vallas que se han construido. Los republicanos, acuciados por Irak y otros escándalos, buscan convertir la inmigración en un tema de las legislativas, sabedores de que en esta cuestión los demócratas son percibidos como blandos. Sería de desear que cuando la presión electoral pase, el Congreso de los EEUU se dedique a aprobar un plan más realista.