La comunicación es el problema
La diversidad se suma a los cambios que obligan a los médicos a replantear su relación con los pacientes
La Vanguardia, 27-10-2006MARTA RICART – Barcelona
Si el médico tiene experiencia con inmigrantes o puede establecer una confianza, se suelen evitar los conflictos
La comunicación es la primera dificultad que han de superar los médicos en su relación con muchos pacientes inmigrantes. Si no se comprenden o el paciente no conoce las pautas de la visita médica, al facultativo le resulta más difícil saber qué tiene el enfermo, cómo tratarlo e intentar que siga el tratamiento. De hecho, la creciente diversidad es uno de los factores que hacen que el Col · legi de Metges de Barcelona (COMB) se plantee elaborar pautas para ayudar a los médicos a mejorar su relación con los pacientes y evitar malentendidos.
En el equipo de atención primaria Raval Sud de Barcelona (del CAP Drassanes), muchos médicos han aprendido unas palabras en urdú para facilitar la comunicación con los pacientes, pues la mitad de ellos son inmigrantes, sobre todo pakistaníes, además de indios y marroquíes. “El primer problema es el idioma, que dificulta conocer al paciente y sus condiciones. No es lo mismo que esté solo o con familia; o que haya emigrado o sea una mujer que se ha reunido con el marido a regañadientes”, dice Judit Pertiñez, médica de cabecera de Raval Sud que participa en el consejo asesor de inmigración de Barcelona.
Joan Melèndez, jefe de ginecología del hospital Santa Caterina de Girona, apunta que en estos casos de recién llegados que no conocen el idioma ni la sociedad que les acoge juegan un papel vital los mediadores culturales. Los centros sanitarios los han ido contratando. Ana Sancho, jefa de atención al usuario y del programa de mediación del hospital del Mar de Barcelona, asegura que la eficacia de las mediadoras para entenderse con los pacientes y resolver conflictos por diferencias culturales ha facilitado que los centros no deban alterar sus pautas de funcionamiento pese al aumento de pacientes inmigrantes.
Pertiñez asegura que, superadas la primera (o primeras) visita, si el médico ha podido comunicarse con el paciente suele establecerse una confianza y raramente éste rechaza exploraciones, pruebas… Además, cuantos mas inmigrantes ve un médico, más se familiariza con las diferencias y puede sortear conflictos.
Genera problemas con muchos pacientes musulmanes, por ejemplo, el seguimiento de la medicación durante el Ramadán. Si el médico conoce la cuestión, o al paciente, o éste le tiene confianza, se tendrá en cuenta el ayuno y ajustará a él la medicación. Si no, puede que no la tome. Con las pruebas diagnósticas ocurre algo similar, cuenta Pertiñez: a veces, los inmigrantes no se las hacen porque no les va bien la hora pero no se atreven decirlo.
Melèndez corrobora que la sensibilidad y experiencia de los médicos permite manejar las diferencias. En su hospital hicieron un curso de formación para conocer las culturas de los inmigrantes. Cursos similares han seguido profesionales de otros centros. El COMB editó en el 2003 una guía sobre la inmigración. Así, entre médicos, enfermeras y mediadoras se suelen sortear los conflictos. Jaume Padrós, secretario del COMB, asegura que no constan en el colegio denuncias de pacientes ni médicos por conflictos por cuestiones culturales o religiosas. Alguno ocurre: médicos del hospital Vall d´Hebron de Barcelona debieron pedir recientemente una orden judicial ante la negativa de una mujer a someterse a una cesárea.
“Los conflictos no suelen ser graves – afirma Melèndez- . El otro día una joven vino a colocarse un DIU (dispositivo uterino anticonceptivo) y como debía visitarla un ginecólogo se marchó; o, una vez, un marido se negó a que el ginecólogo viera a su mujer; o hay reservas hacia las cesáreas. Pero la mayoría de mujeres inmigrantes se adaptan, como demuestra el que recurren a métodos de contracepción”.
La cada vez mayor diversidad de pacientes, lenguas y estilos de vida, sumada a la expansión de la cultura anglosajona de judicialización de la medicina u otros cambios sociales preocupan a los médicos por sus efectos en su trabajo diario. Así, el COMB estudia elaborar pautas de las actitudes de los médicos para facilitar MERCÈ GILI una mejor relación con el paciente. Y no sólo con respecto a pacientes de otras culturas, también con los autóctonos. “Ahora, ya queda fuera de lugar la actitud paternalista del médico de años atrás, porque el paciente reclama su autonomía y capacidad de decisión; o se debe tratar con pacientes sobreinformados por internet y que pueden tener una idea equívoca de su dolencia o tratamiento”, cita como ejemplos Padrós. También se quieren evitar posibles equívocos que puedan obedecer a un trato demasiado desenfadado o demasiado brusco, y que puedan dañar el clima de confianza.
En cuanto a los inmigrantes, Sancho opina que se adaptan rápido a los derechos y deberes del sistema sanitario. Un indicador sería que empiezan a presentar quejas como cualquier usuario autóctono y por iguales motivos, como las excesivas esperas. Más que las diferencias culturales, a Pertiñez le preocupa que los jóvenes inmigrantes adquieren hábitos de vida poco saludables que los autóctonos se empiezan a cuestionar: comida basura,consumo excesivo de alcohol o sexo poco seguro (lo que comporta infecciones de transmisión sexual).
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