MERCEDES GALLEGO/COLPISA. NUEVA YORK
Con la presencia del vicepresidente Dick Cheney y los líderes republicanos en el Congreso, el presidente George W. Bush firmó ayer la ley que autoriza la construcción de un muro en la frontera sur de Estados Unidos. La firma fue más un acto destinado a la campaña electoral que a la práctica, puesto que al no venir acompañado con fondos puede que nunca se erija.

Otra ley aparte destina 1.200 millones de dólares como «señal» para iniciar las obras que se estiman en 6.000 millones de dólares, pero se especifica que ese dinero puede ser utilizado para una combinación de proyectos denominados de «infraestructura práctica» que refuercen la opción preferida por el Departamento de Seguridad Doméstica de «muro virtual»: Carreteras, luces, radares, sensores, cámaras…

El país vecino, que aporta más de la mitad de los 12 millones de emigrantes ilegales que se calcula existen en Estados Unidos, ya ha visto crecer en las últimas décadas una valla en la frontera desde las playas de Tijuana. Con esa verja, y una intensa vigilancia de patrullas fronterizas, se desvió el paso de emigrantes de la zona más concurrida de San Diego (California) a otras más peligrosas a través de Arizona. Sólo en los seis años que Bush lleva en el cargo, las patrullas fronterizas han apresado y deportado a seis millones de personas.

Construcción parcial

El nuevo muro tiene previsto cubrir 1.126 de los casi 3.400 kilómetros de frontera que comparten ambos países. Bush advirtió que «tenemos mucho más por hacer», en referencia a la legalización de 12 millones de ‘sin papeles’, atascado en el Congreso. La Cámara Baja aprobó una ley para criminalizar a los inmigrantes que no logró abrirse paso en el Senado, que tiene una propuesta más cercana a la del presidente, un programa de contratos temporales. «No se les debe dar un pase automático a la ciudadanía, pero hay un punto medio entre esto y el programa de deportación masiva».