la rotonda

Canallas impunes

Diario Sur, 27-10-2006

MANUEL BECERRA/mbecerra@diariosur.es
HIENAS cobardes. Actúan en manada, siempre buscando que mane la sangre del más débil. Se creen superiores por enarbolar la violencia y llevan al extremo insano el sentido de la inmortalidad del joven, ajeno a peligro alguno. Pese a ir uniformados y con el cráneo rapado, campan a sus anchas y, si alguna vez se retiran de su actividad asesina, suele ser más por hastío o un improbable brote de inteligencia que por la acción de la Justicia.

Cerebros pelados. Por incapaces y absurdos, rehúyen todo debate en el que no hablen sus armas y sus puños, que usan sólo si se sienten en aplastante superioridad. He visto a skin – heads esconder calvas, tirantes y botas, querer que la tierra se los tragara, al cruzarse con un negro musculoso. A la vuelta de la esquina, la emprendían a golpes con el primer yonqui o mendigo que se encontraran.

Les gusta saber que sus tropelías alcanzan notoriedad, y que son temidos. Por eso utilizan el fútbol, donde amenazan y se envalentonan, exhibiendo sus miserias y sus símbolos agresivos, en siniestros pasacalles en los alrededores de La Rosaleda o en sus gradas, donde muestran su racismo e incluso han agredido a jugadores locales por el color de su piel.

La policía no hace nada. Al menos, no lo suficiente, porque llevan años en su cara más visible, la de los partidos, y ahí siguen, inalterables. ¿El resto de la semana? Miles de personas han sido testigos de las agresiones brutales de estos canallas y, pese a la evidencia de seguir produciéndose y ser tan fácilmente localizables, me niego a creer que alguien pueda tener interés en que queden impunes.

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